Si en la reseña del tomo anterior al referirme al Punisher del insigne guionista Jason Aaron daba la impresión estar frotándome contras las paredes como si fuera un puto oso mientras hacía la reseña, esta vez ya no es que esté haciendo eso sino que aparte estoy babeando más que muchos de vosotros viendo tetas en el canal Playboy. Puede que sea un mozo flojeras, un tío facilón o un menda la mar de flipable, pero este tío me ha hecho recuperar la ilusión por un personaje del que ya leía sus andanzas por pura inercia, cual marido que se trajina a su mujer tras veinte años de casados porque es lo que hay…
Y es que si el tomo anterior ya fue interesante como él solo por esa peculiar visión que Aaron nos ofreció sobre Bullseye y la consecuente somanta de hostias entre éste y Frank, en esta nueva entrega veremos al bueno de Punisher hecho un trapo en la cárcel, donde los malosos están deseando echarle el guante y acabar con él de una vez por todas. Y ya sabéis que meter a este tío en un lugar con tanto cabronazo en tan poco metro cuadrado puede ser un pelín contraproducente…