A día de hoy me duele ver que con lo que antaño fue nuestro gran redactor Kiko a la hora de seleccionar películas para nuestras reuniones frikis de los lunes, el tío ha ido involucionando hacia unos derroteros en los que cuando le pregunto por el film que me tiene preparado para echar la tarde, saca a relucir su cara de póker y me pone la primera puta mierda que pilla. Así que imaginaos mi careto cuando me dijo que este lunes íbamos a ver una película titulada Moon, que supongo que se la habría comprado a un chino en una noche loca de porros y desenfreno.
Y ciertamente los primeros instantes de este film me suscitaron unas ganas locas de pegarle un patadón al jodío DVD y mandarlo a tomar por culo a la «moon». Pero en su defensa he de decir que a medida que el largometraje va avanzando, la cosa va pasando de un inicio que suscita más sopor que la calefacción del coche fantástico, a un desarrollo bastante interesante que por lo menos no provoca que uno se ponga ahí a bostezar abriendo la bocaza con unas dimensiones que ni la Yola Berrocal…