Si hay una catástrofe medioambiental en los últimos años que ha puesto los huevos de corbata a la sociedad actual es sin duda, si quitamos el último accidente de Fukusima, el accidente nuclear de Chernobil. Un incidente que ha generado, después de varios años (sucedió en 1986), historias siniestras alrededor de la desolación que dejó. La central de Chernobil y sus alrededores, como la famosa ciudad de Pípriat (donde se alojaban muchos de sus trabajadores), actualmente abandonadas debido a sus zonas de alta radiacción, han sido la inspiración para guiones de videojuegos (como el fantástico S.T.A.L.K.E.R), libros y de películas como de la que voy a hablar. Y es que no hay que negarlo, el estado actual de estas ciudades tiene un morbillo especial para historias de terror y misterio.
Si ya de por sí ver documentales de dicho accidente ya acojona un rato, le añadimos a la mezcla un poco de oscuridad, seres deformes y los peligros de la radiación, tendremos un cóctel perfecto para contar una historia que nos tenga pegados al sillón. Estar en una ciudad como Pípriat, observando el paso del tiempo después de más de veinticinco años, con la naturaleza invadiendo lo que antes era habitado por personas, casas abandonadas que se encuentran tal y como las dejaron sus dueños debido a las prisas por intentar escapar de lo que sabían era una muerte segura. Todo esto podremos sentirlo de cerca con Atrapados en Chernobil.