Hace unas semanas os mostrábamos un análisis del primer título de la saga Dragon Age aquí. Si recordáis, el juego nos gustó, aunque reconociendo ciertos matices que daban a entender que Bioware había optado por un rol algo más descafeinado, pero sin renunciar a parte de la base mostrada en una de sus mejores obras: Baldur’s Gate. No hace mucho tiempo la secuela de dicho título salió a la luz y dado que ya estaba metido en faena en el mundo de Thedas me puse manos a la obra para traeros su análisis. Siempre es gratificante adentrarse dentro de un juego de Bioware, ya que suelen ofrecernos títulos de gran calidad e historias épicas sin parangón.
La creación de un mundo de las dimensiones de Thedas permitirá a Bioware ir mostrándonos sus regiones y las aventuras épicas de los héroes que viven en ellas. Es de agradecer que se haga tanto énfasis en sentar las bases de un mundo como éste, ya que podremos disfrutarlo durante varias entregas, y como Bioware nos tiene acostumbrados, la cantidad de historias e informacion que tendremos que leer será bastante elevada. Durante la primera parte de la saga se nos contó las aventuras de los héroes que se enfrentan a La Ruina, encabezada por los Engendros Tenebrosos, en el reino de Ferelden. En Dragon Age 2 se nos contará la historia del campeón de la ciudad de Kirkwall, ¿te apuntas a conocerlo?
Lo primero que llama la atención nada más empezar la aventura es que comienza con acción desde el minuto número 1, con la peculiaridad de saltarse la creación de nuestro personaje. Fue mi primera sorpresa negativa, pero se difuminó pasados unos minutos, ya que después del susto se nos dará la oportunidad, mediante el típico editor de personajes, de elegir el aspecto físico del personaje, su nombre y profesión. Una de las diferencias que tiene esta secuela de su predecesor es que en este caso el trasfondo del héroe que controlamos ya está elegido de antemano, no como ocurría en Origins donde la raza elegida y la profesión del protagonista desencadenaban en un diferente comienzo de la aventura. Debido a que en Dragon Age 2 la familia del protagonista tendrá un peso considerable en la historia no podremos elegir raza, siendo la humana la predefinida. En esta ocasión se nos contará la historia del joven Hawke, el Campeón de Kirkwall, comenzando justo en el instante en el que su pueblo Lothering es atacado por los engendros tenebrosos debido a La Ruina que se describía durante la primera entrega de la saga.
Desde el inicio del juego se nos dan pistas de que el futuro de nuestro protagonista será glorioso, aunque sus comienzos, como veremos, no serán muy esperanzadores. Debido a la actual Ruina que desola el reino de Ferelden, la familia de Hakwe abandonará su hogar en Lothering para huir a la ciudad de Kirkwall, hogar de nacimiento de la madre de la familia. Allí, debido a las pésimas condiciones en las que llega la familia, los hermanos Hakwe se verán en la obligacíon de trabajar como mercenarios para ganarse el sustento. Como veremos según vayamos avanzando en el juego casi todo la acción se llevará a cabo en la ciudad de Kirkwall. Quizás esto contribuya a que se pierda la épica de hacer un viaje a través de un reino entero para resolver el embrollo en el que se meten los héroes. En esta nueva entrega se han sacrificado la variedad de escenarios que había en Origins por un mayor esfuerzo en retratar una ciudad de unas dimensiones considerables y todos los entresijos que se cuecen en ella. Aparte de los escenarios de la ciudad tendremos algunas localizaciones a las afueras donde podremos realizar algunas misiones, pero lo cierto es que este tipo de escenarios serán bastante escasos y pobres en su mapeado. En mi opinión se abusa demasiado de utilizar localizaciones exactamente iguales para encuentros o misiones diferentes entre sí y los dungeons suelen ser bastante pequeños perjudicando el aspecto explorativo característico en este tipo de juegos.
Una de las impresiones que tendremos mientras jugamos a Dragon Age 2 es que estamos jugando a un Mass Effect situado en un mundo de fantasía medieval. Esto lo notaremos no en la mecánica del juego, si no más bien en las conversaciones que tendremos con otros personajes, ya que se ha optado por cambiar el modo de conversación usado en Origins por el famoso estilo conversacional de Mass Effect, basado en una rueda donde podremos elegir el tono que tendrá nuestro personaje a la hora de hablar. Esto hará menos pesadas las conversaciones para aquellos que no les gusta leer demasiado, pero limitará la información que se le dará al jugador y la profundidad de éstas. Aunque es de agradecer que las conversaciones estén totalmente dobladas de una forma bastante notable (quizás por ello se ha optado por reducir considerablemente la longitud de las frases). En esta ocasión podremos escuchar la voz del héroe, lo que contribuirá a que nos identifiquemos más con el protagonista, que se mejore la inmersión del personaje en la historia y que no sea tan inexpresivo como ocurría en Origins, que entre nosotros, era un poco sosainas.
Uno de los aspectos más notables de Dragon Age es la interacción con los demás personajes del grupo. Es envidiable la forma tan exquisita que tiene Bioware en darle importancia a esta característica que llevan explotando desde los Baldur’s Gate. Como ocurría en Origins, podremos desarrollar la relación que tenemos con los distintos personajes llegando incluso a poder establecer vínculos afectivos con ellos (vamos, que puede haber temita). Los personajes se relacionarán entre sí sin necesidad de interacción por parte del jugador manteniendo conversaciones entre ellos mientras nos movemos por los escenarios, lo que contribuye a generar una sensación de grupo vivo mientras jugamos.
Es importante destacar también que cada uno de los personajes del grupo tendrán una forma de ser y un tipo de moral distinto a los demás. Esto provocará que algunos no se lleven demasiado bien entre ellos y que nuestros actos penalicen y favorezcan nuestra relación. Según cómo afecten nuestros actos respecto a su moral se desarrollará un sentimiento de rivalidad o lealtad en los personajes que conllevará distintos tipos de habilidades. En Origins también existía ésta posibilidad, pero sólo se conseguían bebeficios en el caso de que el personaje en cuestión fuese leal a nosotros.
La mecánica del juego se ha hecho bastante más rápida y desenfrenada, siendo los combates bastante más comunes que en Origins y aumentando de una forma más considerable la cantidad de enemigos en cada encuentro. Da la sensación de que el juego ha dejado de ser un RPG a ser un Action-RPG, ya que se ha perdido mucha conversación y exploración durante el juego, recordando muy a menudo a un hack & slash más que a un juego de rol. Se podría haber solventando algo esta sensación si al menos hubiesen permitido la cámara aérea que teníamos en la primera entrega (sólo en PC), lo que nos ofrecía un aspecto más táctico en los combates. Además de todo esto, la dificultad del juego en Normal es bastante pobre, siendo los combates bastante fáciles de superar salvo en algunos jefes finales. Quizás para los más duros del lugar sería recomendable que subieran la dificultad a pesadilla, donde el juego supondrá un reto para ellos, ya que algunos de los enemigos que encontremos serán más duros de derrotar y se permitirá fuego amigo (incomprensiblemente eliminado de la dificultad normal).
Como parte positiva podemos afirmar que los combates son bastante impresionantes ya que los ataques de los protagonistas serán muy variados produciéndose efectos por doquier en milésimas de segundo. Los conjuros son más detallados y espectaculares que en la primer entrega, al menos en la versión PC, ya que permite usar Directx 11. También hemos notado una mejora gráfica respecto a su predecesor sobre todo en cómo se ha edificado la ciudad. Lo cierto es que los chicos de Bioware se lo han currado en esta parte, ya que la ciudad de Kirkwall ha sido muy detallada. Pero vamos, como sabéis el tema gráficos no nos importa demasiado aquí.
Se han cambiado otros aspectos respecto a la primera entrega en el inventario. Si recordáis de Origins, algunos personajes eran capaces de crear algunos objetos como venenos y pociones a partir de ingredientes que encontrábamos en nuestras aventuras. Esto se ha suprimido totalmente, pasándose la creación de estos objetos a personajes no manejables por el jugador. Además, los ingredientes que vayamos encontrando no desaparecerán cuando pidamos la fabricación de un objeto, por lo que al final terminará siendo un simple gasto de dinero, el cual, no faltará durante la historia.
Como en todo juego de rol no faltará la inmensa cantidad de armas y objetos mágicos que iremos encontrando o comprando según avanza la aventura. Una vez más se nota que Bioware ha pensado en acercar el juego a los jugadores menos roleros y más casuales, ya que esta vez los objetos serán puntuados dependiendo de lo útil que son para el nivel del personaje en cuestión. Se le quita en parte al jugador la necesidad de conocer al personaje para decidir si el objeto es bueno para él o no. Además, y no entendemos por qué, se ha eliminado la posibilidad de vestir a los personajes que acompañan al personaje principal, por lo que no podremos juguetear con las distintas armaduras que encontremos, ya que todas serán para el héroe.
CONCLUSIÓN
Es difícil analizar Dragon Age 2 sin el precedente que marcó su predecesor, Dragon Age: Origins. A los que les gustan los juegos de rol clásicos han notado cómo Dragon Age 2 ha bajado su nivel de roleo para adaptarse a los juegos que priman en las consolas, siendo un duro golpe para aquellos que están acostumbrados a los juegos de rol típicos de PC. Si en Origins ya se notaba que se relajaban algunas características para acercar el juego a la parte más casual de los jugadores, podemos comprobar cómo en Dragon Age 2 se han adaptado aún muchas más cosas. Da la sensación de que simplemente se ha usado el mundo creado en Dragon Age Origins para hacer un juego que cada vez se aleja más de las bases que sentó la saga Baldur’s Gate.
Todo lo comentado anteriormente no hace de Dragon Age 2 un mal juego, pero en nuestra opinión ha descendido la calidad respecto a su predecesor. Quizás los que jugaron Dragon Age: Origins en su versión de consola no notarán mucho la diferencia, pero los que jugamos su versión de PC y que buscábamos un juego fiel o seguidor de la esencia Baldur’s nos hemos llevado un poco de decepción. Si nos abstraemos de los anteriores juegos de Bioware podemos decir que Dragon Age 2 es un juego aceptable, que nos mantendrá bastante horas pegados al monitor, pero que pierde aquello que caracteriza a los buenos juegos de rol en detrimento de la actual tendencia de relajar este tipo de juegos para el mercado más casual y consolero.
Como curiosidad diremos que en el momento de empezar la aventura se nos preguntará por datos guardados de Dragon Age: Origins con el fin de cambiar algunas partes del juego dependiendo de los actos que tuvimos en la precuela.