Cuando escuché por primera vez el título de este cómic pensé que iba a tratar sobre un menda con los suficientes huevos toreros como para decirle al bueno de Batman que deje de dar la brasa y que se calle de una zorra vez. Pero no amiguitos, «Batman: Silencio» es un arco argumental de doce números que se publicó entre los números 608-619 de la colección de Batman (aunque me figuro que casi todo el que lo tiene es gracias a los tomos recopilatorios en tapa dura de Norma o de Planeta DeAgostini, o por el reciente libro de bolsillo que sacó no hace mucho esta última editorial).
Sea como fuere, esta obra fue la que supuso la vuelta a los ruedos de ese ídolo de los frikis que es Jim Lee. Para ello colaboró con el guionista Jeph Loeb, que al igual que CR7 es un tío muy querido por muchos y repudiado por otros. Como es de suponer, este cómic fue un pelotazo en su día, sobre todo por el hecho de que eran muchos los fans de Lee que esperaban verle de nuevo mostrando su arte con los pincelitos. El caso es yo aún no lo había degustado, hasta que hace unos días me dio la pinzada de hacerme con uno de esos tomos recopilatorios antes mencionados…
Creo recordar que ya he comentado en más de una ocasión que me declaro marvelita hasta la el ojete y el material de DC Comics que suelo degustar son este tipo de obras en tomos recopilatorios que tienen gran repercusión o que suelen ser superventas. Y a este respecto he de comentar que debido al hecho de que esta historia es un verdadero desfile de casi toda la galería de villanos y de aliados de Batman, su lectura resulta inquietante por la simple razón de ver a toda esa amalgana de personajes tan conocidos por cualquiera que haya leído en mayor o menos medida las andanzas del murciélago.
Y ciertamente he de confesar que yo personalmente disfruté como un enano con los compases iniciales de este cómic, con toda esa parte de Hiedra Venenosa, Catwoman, Killer Croc, la pelea contra el Joker y Harley Quinn en la ópera y sobre todo con el rifi-rafe contra el «Supes» en Metrópolis. A colación de esto último, esta historia vuelve a incidir una vez más en el hecho de que a pesar de lo distinto de sus caracteres, Superman y Batman son ante todo unos buenos amigos, que confían el uno en el otro y que se repetan.
Lo cierto es que la lectura de este tomo es algo esencial para todo aquel que quiera saber algo más sobre Silencio, un villano creado para esta historia concreta en la que seremos partícipes de cómo alguien se ha tomado muchas molestias en amargarle la vida a Batman y en putearle echándole encima a muchos de sus enemigos mientras ese misterioso personaje mueve hilos desde la sombras. Y ciertamente la persona que ha orquestado todo esto ha invertido mucho tiempo y dinero para acabar con el murciélago, pero con qué fin y porqué… (para saberlo tendréis que leer el tomo, faltaría más…).
El caso es que no sé si fue por el hecho de que me leí las 376 páginas del tirón y sin descansar (cual 15 añero que ve pornacas), pero a medida que avanzaba la historia se me iba haciendo más pesada y se me iba diluyendo el buen sabor del principio tras ese arranque tan prometedor. Eso sí, el argumento te puede gustar más o menos, pero el dibujo de Jim Lee es la polla. Y eso que en su día hubo muchas críticas de personas que decían que el estilo tan preciosista, claro y detallado de este insigne dibujante no pega para un personaje tan oscuro como Batman. Sea como fuere, si me preguntas qué es lo que he disfrutado más de este cómic responderé sin dudarlo que con el dibujo de este crack…
En definitiva, Batman: Silencio es un cómic que recomiendo para deleitarse los ojines con el despliegue visual que hay en él. Insisto en el hecho de que el argumento te puede gustar más o menos, pues no deja de ser la típica historia en la que alguien desde las sombras putea al héroe de turno (a mí en cierto modo me recordó a Daredevil: El hijo del Diablo, en el sentido de las muchas maquinaciones y planes maquiavélicos que hay de por medio). De todas formas, si te consideras fan de Batman y aún no lo has leído quizás deberías echarlo un vistazo aunque sólo sea por curiosidad (y más si eres de esos que anteponen un dibujo cojonudo al argumento)…