Hace ya más de treinta años, el gran Howard Chaykin llevó a los cómics al límite con su thriller erótico Black Kiss. Más tarde, tras años y años de espera, remató la jugada con Black KissII, que narraba la historia oculta de la primera miniserie. La editorial Dolmen sigue editando títulos del gran Howard Chaykin, pasando a recuperar una obra que ya contaba con edición previa en nuestro país, su controvertida “Black Kiss”. Para esta ocasión viene en un formato más grande y con excelente reproducción y con extras abundantes y siempre jugosos, aparte de contener las dos partes en formato integral (esta última estaba inédita en nuestro país).
Digámoslo desde ya: Chaykin es, sin duda, uno de los grandes innovadores del medio en su vertiente gráfica. Junto a otros autores como Walter Simonson o Frank Miller, aportó al comic-book técnicas exclusivas del diseño gráfico y la publicidad. En sus densas viñetas podemos encontrar iconografías de distinta índole política, incluso homenajes a la ilustración tradicional y por encima de todo, un marcado gusto por la estética de los años cincuenta; igualmente experimentó con el diseño de página y el uso de las onomatopeyas hasta límites insospechados. La miniserie de Chaykin sirvió de puerta de entrada a un mundo de cómics adultos con un cuidado diseño, modernos y con temáticas atrevidas que, a su vez, facilitaron la génesis de otras obras.
Black Kiss es uno de los cómics importantes en la bibliografía de Chaykin, no sólo por su tono provocador sino porque se encuentra claramente entre lo mejor de su extensa obra.
Cuando se publicó por primera vez como miniserie de doce números bajo el pequeño sello editorial canadiense Vortex, fue una obra que gustó a muchos, ofendió a otros tantos pero sorprendió a todos. Leí hace algunos años en algún artículo que la edición se solía agotar y que los ejemplares de cada mes se mostraban en las tiendas en bolsa oscura a la usanza de las revistas pornográficas de la época.
Hubo gente que en su momento sólo vio en estas páginas un tebeo pornográfico, pero al indagar más y más en la obra nos encontramos con una historia con un profundo pensamiento detrás de ella. Es cierto que hay escenas de sexo, pero son totalmente necesarias ya que lo que pretende el autor es impactar e incomodar al lector desde el comienzo hasta el final de la miniserie…y vaya si lo consigue.
La polémica que levantó llevó a denuncias por distribución de pornografía contra algunas tiendas y encendidos artículos en las publicaciones especializadas a favor o en contra de la misma.
Ninguno de los personajes nos provoca el menor sentimiento de empatía, pero se trata de un acto deliberadamente construido de esa forma para resultar despreciables.
Chaykin opta por un dibujo en blanco negro, perfectamente adecuado al tono depravado de la historia, con fuertes contrastes de blanco y negro que casan a la perfección con ese inframundo de moralidad ambigua que acecha bajo su superficie. En este tomo está incluida la continuación Black Kiss II, donde podemos ver una historia de connotaciones ocultistas que mezcla denuncias de todo tipo, como la crítica a ciertas conductas sociales o los diferentes estratos imperantes.
Tenemos de vuelta al Chaykin de los mejores tiempos, fuera de los trabajos alimenticios de los últimos años, siendo cada viñeta una delicia para los fans del autor (entre los que me incluyo). Podríamos decir de esta segunda parte de Black Kiss que es una historia bizarra, extraña y perversa como igualmente divertida y fascinante.
En líneas generales hay que advertir que, por supuesto, no es un tebeo para todos los públicos y que muchas de las imágenes que contiene pueden herir las sensibilidades de según que lectores, pero da lo que promete y con creces.
En definitiva: Este inusual noir incluye crimen, castigo, sexo, bajos fondos de Hollywood y una colección de protagonistas a cada cual más interesante y complejo que el anterior, que da en la diana a través de un entretenimiento de primer orden para lectores adultos.
Por Francisco José Arcos Serrano