Hace unos días estábamos los muchachos de Vas Tú Listo sumidos en la escritura de nuestros respectivos posts aquí en la sede del blog cuando de pronto nuestro redactor Kiko interrumpió ese silencio sepulcral poniéndose de pie y diciendo: «¿Chavales, a qué no sabéis cuáles son los ganchitos favoritos de un gay?». Nos quedamos todos acojonados con cara de póker diciéndole que no con la cabeza, cuando de pronto va y responde: «Pues los Julan-Drakis». Tras mandarlo a tomar por culo como bien merecía la ocasión, yo seguí confeccionando mi post de hoy, con el cual os quiero recomendar una inquietante serie que ha sido una de las grandes sorpresas del año pasado, y que lleva por título Black Mirror.
Bueno, a decir verdad se trata más bien de una miniserie de tres episodios del creador de Dead Set, de la cual ya hablamos en su día en este mismo blog, y que fue una grata sorpresa para nosotros. Con este post no me voy a explayar en demasía a la hora de hablar sobre Black Mirror pues cuanto menos sepáis sobre ella más os pillará de sorpresa (tal y como me ocurrió a mí). Y es que hace unos días leí en otro blog que era una serie que había dejado muy buenas sensaciones, y espoleado por ello me lancé por bulerías. Hace un ratito he acabado de ver el primer episodio y sin necesidad de ver los otros dos me he puesto raudo y veloz a escribir sobre ella para recomendar su visionado (pues uno a estas alturas ya sabe reconocer las cosas interesantes con poquito).
Ese primer capítulo tiene un arranque desconcertante con la historia de cierto secuestro acaecido y la inquietante petición para liberar a la rehén (y hasta aquí puedo leer para no destripar nada). Basta con decir que el hilo argumental de ese primer episodio gira en torno al peligro de las nuevas tecnologías para putear y sobre el ansia de los medios informativos por el morbo y el carroñeo a la hora de sacar punta a una noticia. Todo ello unido a lo llamativo de todas esas redes sociales como Facebook o Twitter y páginas de difusión como Youtube, que son medios por los que corre la información como la pólvora, pues en pocas horas cualquier noticia puede ser visionada por millones de personas de todo el mundo y encima con posibilidad de opinar.
En palabras de Charlie Brooker, el principal guionista: «Si la tecnología es una droga, y se experimenta como tal, entonces ¿cuáles son sus efectos secundarios? Mi nuevo drama se sitúa en este terreno, entre el placer y el desasosiego». Joder y vaya que si lo hace, pues el episodio con el que arranca esta miniserie da bastante que pensar sobre el hecho de que cualquier persona por poderosa que sea puede ser chuleada si se saben usar los medios adecuados y esas nuevas tecnologías antes comentadas.
Pero sin duda alguna, lo más llamativo de todo es la crítica implícita a esta sociedad actual a la hora de reflejar cómo algunas personas se toman situaciones de vida o muerte como un juego, sobre todo cuando son otros los que las sufren (y más todavía si se trata de gente famosa). Y es que así funciona esta sociedad de mierda que hemos creado, con todo ese afán por el puto morbo y la humillación pública (y esta serie sabe reflejarlo a la perfección). Por cierto, a más de uno le hará reflexionar profundamente sobre el carácter público de nuestra era hipercomunicativa y las consecuencias de ello. Joder, espero que los otros dos episodios sean tan buenos como este primero al que he dedicado la reseña, porque a mí me ha encantado…