Por el título de este cómic o por los personajes de la portada muchos estaréis pensando que de qué ostias voy a hablar en la reseña de hoy. Sin embargo, a poquito frikazo avispadillo del noveno arte que seas seguramente te sonará el nombre del gran Jason Pearson, un más que completo autor, famoso por su talento y por pasarse los plazos de entrega por el forro de los cojones (uniéndose así al grupo de los Madureira, los Bryan Hitch y algún perla más).
Lo cierto es que si eres seguidor del estilo de dibujo conocido como amerimanga seguro que el bueno de Pearson te pone torete con ese trazo que recuerda mucho al del antes mencionado Madureira o al del gran Humberto Ramos (quien, por cierto, dibujaba unos cacho de pies a sus personajes que ni los de Sideshow Bob, no me jodas). Lo cierto es que si te sonaba el nombre de Jason Pearson y no tenías ni guarra de la existencia de este cómic suyo titulado Body Bags sería una buena oportunidad para que le pusieras solución a esto y echaras un vistazo a este tomo que recopila todo lo publicado de esta serie hasta la fecha…
Su argumento nos pone en el pellejo de Mack, más conocido como Carapayaso y de Abuelo Sekula, dos de los mejores “body baggers” de la ciudad (que son algo así como mercenarios cazarrecompensas regulados legalmente). La cosa se pone fea cuando un “body bagger” rival intenta matarlos justo antes de que Panda, la hija que Mack no ha visto desde hace diez años, decida seguir los pasos de su padre.
Este es precisamente el argumento de la historia que abre el tomo, la miniserie de 4 números titulada El Día del padre, que sin duda alguna es la más destacable de todas y la que realmente justifica su compra. Y es que personalmente me ha encantado la manera que tiene Pearson de contarnos la relación de amor/odio existente entre ambos y cómo a pesar de que Carapayaso es muy duro y a veces hasta muy tosco con ella en el fondo es su pequeña a la que todo se le perdona. Pero claro, para un cazarrecompensas trabajar con su hija puede suponerle una debilidad por el hecho de tener que estar pendiente de ella en todo momento para que no salga herida en los altercados en los que se meten.
Insisto una vez más en el hecho de que esta historia es la mejor del tomo con diferencia y es normal que cuando salió allá por 1997 estos personajes se ganaran la simpatía de muchos fans. Y es que toda ella se lee con interés, con buen ritmo y contiene momentos de acción bastante divertidos y espectaculares, que mantienen el ritmo a buen nivel. Y es que claro, un cómic que se titula Bolsas de cádaveres ha de ser gamberro por cojones.
Puede ser que el resto de historias que componen el tomo (Dale a la palanca, Una bala y Destructor de mundos) bajen un poco el listón con respecto a la primera, pero hay que concederlas el mérito de que también tiene su punto divertido, sobre todo por el peculiar carácter de Panda (una jovencita descarada, chulesca y malhablada, que a veces vuelve loco a su padre por las cosas que se le pasan por la cabeza).
En definitiva, si al igual que yo tampoco habías tenido el placer de leer Body Bags te recomiendo la experiencia de que disfrutes con este cómic gamberro como él solo, con protagonistas con los que pronto uno simpatiza y repleto de momentos violentos y bestiales que harán las delicias de los más radicales. Además se incluyen portadas originales, bocetos y dibujos que agradarán a los frikis más completistas y curiosos. Por cierto, creo haber leído por ahí que el bueno de Pearson volverá a retomar a los personajes en otra historia titulada Vicious, así que espero que vuelva a sorprendernos con un argumento a la altura del que sirve de apertura para este tomo.