La gente con poco mundillo en el noveno arte pensará que eso de Psi es cuando tus colegotas te dicen de hacer tal o cual cosa, tú no tienes ni putas ganas, pero al final asientes estoicamente encogiéndote de hombros y diciendo: «¡Psiiiiiii, bueno venga, vale!». Pues nada que ver, hijos mios, pues el Psi al cual nos referimos nosotros es al término para hacer mención de manera global a ciertos fenómenos paranormales como la telequinesis o la percepción extrasensorial.
Gilipolladas aparte, he de decir que este bonito cómic me llamó mucho la atención cuando lo vi en la tienda, pues tengo que reconocer que últimamente la gente de Aleta Ediciones está publicando cosillas bastante inquietantes que resultan curiosas cuanto menos. Y una vez más volví a hacer eso de dar una oportunidad a un tomo sobre el cual no me había documentado previamente para ver si merecía la pena su compra, dejándome llevar simplemente por el hecho de que un rápido vistazo no me dio malas vibraciones. Y bueno, tras haberlo catado he de decir que este cómic se deja leer y poco más…
Su argumento nos pone en el pellejo de Matt Price, el telépata más poderoso del mundo, que fue criado por los jefes de sus padres después de que estos murieran, perfeccionando así sus increíbles capacidades psíquicas bajo la tutela de industrias Albright. Él es un poderoso recurso en lo que se refiere a la seguridad nacional y Albright alquila los servicios del joven (un lector de mentes en plan James Bond) al servicio secreto para salvaguardar a importantes figuras políticas, haciendo barridos mentales en busca de peligros, etc…
Este volumen contiene Brain Boy 0 al 3, escrito por Fred Van Lente y con dibujos llenos de acción de R.B.Silva, Rob Lean y Freddie Williams II. Viene a ser algo así como la nueva versión de Dark Horse de un superhéroe y agente psíquico de la Edad de Plata del cómic USA, del cual personalmente yo no tenía ni zorra idea de su existencia. El caso es que indagando me enteré de que Brain Boy es una especie de “remake” de un efímero cómic del año 62, obra de Herb Castle y Gil Kane, que nos presentaba las andanzas del primer superhéroe sin traje: Matt Price.
La premisa principal de la historia radica en el hecho de que a nuestro protagonista le asignan la misión de proteger una conferencia de las Naciones Unidas. Esto provocará que el agente Price se vea envuelto en un mortal juego de poderes psíquicos e intrigas políticas, que le sitúa en el punto de mira de manifestantes rabiosos, un dictador carismático, agentes con poderes nucleares y la mismísima CIA (al mismo tiempo que choca de frente con un hombre cuyos poderes mentales rivalizan con los suyos).
A modo de curiosidad, merece la pena comentar que el hilo de la historia será llevado por las notas mentales de nuestro protagonista, gracias a las cuales conoceremos su identidad, a qué se dedica, cuáles son sus poderes y en qué consiste su peligroso trabajo (todo ello mientras le acompañamos en una misión y veremos lo que es su día a día protegiendo a personas importantes y a dirigentes políticos contra todo tipo de amenazas). Se trata de un número de presentación divertido que le hace a uno pensar que a veces nos quejamos del estrés de nuestro trabajo, pero si esto es un día normal de curro para el bueno de Matt, este trabajo tiene que estar muy bien pagado, no me jodas. El caso es que toda esta introducción sobre el personaje da paso a la historia principal del tomo: Psi contra Psi, donde veremos a nuestro protagonista pasando por una serie de visicitudes gracias a las cuales descubrirá que no es el telépata más poderoso del mundo.
En definitiva, Brain Boy vol. 1: Psi contra Psi se trata un cómic apto para un público que disfrute con personajes de enormes poderes mentales y con gran control de la telequinesis, que cuenta además con un protagonista que al poco de conocerle cae bien el jodío por su peculiar carisma. Aún así, su lectura me ha resultado bastante discretita y regulera, y personalmente os diría que si buscáis un cómic de estas características echadle un vistazo a Harbinger. Pues eso, para pasar el rato y poco más…