Desde que vi el título de esta película he de reconocer que me llamó bastante la atención por el hecho de estar protagonizada por un tío que se llama igual que mi maquinilla de afeitar. Pero por incongruencias de la vida, tras ver al susodicho capitán en ese inquietante cártel del film no pude menos que preguntarme cómo cojones puede llevar esas barbazas un maromazo que se apellida Phillips. Pero este curioso misterio no fue óbice para lanzarme a lo Arteche a su visionado…
Además que el hecho de que anduviera por medio el bueno de Tom Hanks fue otro incentivo para acudir a mi sala de cine más cercana. Por cierto, siguiendo esa tónica de misterios hay otro enigma en torno a este actor que llevo tratando de descifrar desde hace muchos años. Y es que no entiendo cómo un menda que empezó haciendo aquellas putas paranoias como Esta casa es una ruina o Despedida de Soltero puede haber llegado a ganar un par de Oscars y acabar siendo uno de los actores más cotizados de Hollywood. Pero vamos, haya conseguido estatuillas o no para mí será siempre ese crack de aquella mítica escena en la que un grupo de mendas metían un borrico en un ascensor…
Pero dejándonos de gilipolladas y pasando ya a entrar en materia comentaré que este film viene a contarnos cierta historia basada en hechos reales, acaecida allá por 2009, en aguas internacionales cercanas a Somalia, en las que el buque carguero “Maersk Alabama”, al mando del capitán de la marina mercante estadounidense, Richard Phillips (Tom Hanks), fue retenido por piratas somalíes, siendo el primer barco norteamericano secuestrado en doscientos años.
El caso es que este argumento a mí personalmente me conmovió por las vicisitudes a las que tuvo que hacer frente este pobre hombre y sobre todo por su valentía, aplomo y heroísmo, pues se trata de una especie de «docudrama» de acción en el que uno empatiza con la situación tan terrible y angustiosa a la que hacer frente el pobre Phillips. Si a esto le unimos ciertas dosis de thriller, nerviosismo, suspense, personajes bien retratados, un buen ritmo y sobre todo un gran duelo interpretativo entre Tom Hanks y Barkhad Abdi (en su papel de pirata somalí), hacen de esta cinta un largometraje muy recomendable.
Y claro, yo que soy muy flipable y me creo todo lo que me cuentan, tras el visionado de este film llegué a mi casa dando palmas y gritando cosas como «¡El Capitán Phillips es lo más grandeee, oeoeoeoe!». En eso que de repente el gili de mi hermano me dijo ahí a sangre fría (cito textualmente): «el Capitán Phillips es un gilipollas», defendiendo su flagrante argumento con un artículo que pude leer en su iPad y que me derrumbó un mito. Y es que por lo que pude documentarme, en él se decían frases como que el Capitán Phillips no es el gran líder que refleja el film, sino un hombre muy tosco con el que nadie quería navegar…
Absorto me quedé mientras leía cosas como que incluso los tripulantes que compatieron la experiencia real aseguran que el secuestro se produjo por la imprudencia de Richard Phillips. «Pidieron al capitán no navegar tan cerca de la costa de Somalia pero él les replicó que no iba a permitir que unos piratas le asustaran». Incluso se decía que fue el ingeniero jefe Mike Perry quien adoptó la actitud de verdadero héroe protegiendo al resto de tripulantes y capturando a uno de los piratas para utilizarlo como moneda de cambio y rescatar a Phillips. Es más, los miembros del «Maersk Alabama» han mostrado siempre su descontento con la «versión oficial» del secuestro. Es por ello que ese carácter heroico que se le asocia al capitán en la película ha provocado en ellos un mayor y profundo malestar (les ha tocado mucho los cojones este film, vaya)…
Así que tras leer todo aquello ya no sabía qué ostias pensar sobre el Capitán Phillips. Me hallaba inmerso en una paradoja por la cual me debatía dándole vueltas al coco sobre el hecho de si en verdad ese artículo tenía razón, me habían contado una milonga en el film y Phillips no era un verdadero héroe sino un imprudente gilipollas y el auténtico culpable de toda esa situación. Es por ello que todo este asunto me ha dejado cierto sabor amargo por el hecho de pensar que me he gastado casi 10€ en una entrada para ver las vicisitudes de un tío cuyas andanzas bien han podido adaptarlas como les ha salido de los cojones. Y si eso es realmente así casi que prefiero ver las pelis basadas en hechos reales de las sobremesas de Antena3, que son «de gratis».