Ciertamente mirando la portada del film uno no puede menos que pensar que esto va sobre una rubia que se dedica a hacer poses de mimo revolcándose ahí por la arena del gato, pero he de decir a todos los fans de Marcel Marceau que en Captivity no van por ahí los tiros. Supongo que esta es una de esas películas en las que la portada del dvd resulta curiosa cuanto menos, y uno se lanza ahí en plan Arteche a jugársela con la única y sana intención de ver si el largometraje te puede sorprender gratamente.
He de confesar que otra de las cosas inquietantes de esa carátula es ver en ella el nombre de Elisha Cuthbert, aunque algunos la conocerán más como «la hija de Bauer». Además hace ya tiempo había oído comentarios que equiparaban este film con Saw, y como la 1ª parte de esta mencionada saga me pareció una auténtica pasada, pues qué menos que dar una oportunidad a este largometraje que nos ocupa en la reseña de hoy. La combinación parecía prometedora: un film de terror protagonizado por una rubiaza que ya la quisiera yo como vecina para irla a pedir un poco de perejil. Pues que sepáis que salí «escaldao».
El film nos pone en el pellejo (bueno, más bien en las generosas curvas) de Jennifer Tree, un icono de la moda que es la típica tía pija que cada vez que abre la boca sube el pan. El caso es que un buen día la buena de Jennifer despierta en un sórdido sótano oculto en Manhattan y pronto descubrirá que ha sido secuestrada por un asesino en serie. Pero nuestra protagonista no está sola, pues en una celda contigua hay encerrado también un chulazo guaperas, hecho ante el cual los espectadores menos agraciados sólo podamos alegrarnos de que al parecer el «tarao» del film se pirre por capturar solo a niñ@s guapit@s. El caso es que nuestros dos protagonistas sufrirán el horror del cautiverio, pero ambos lucharán por sobrevivir mientras va surgiendo entre ellos una conexión especial, principalmente por el hecho de compartir esa amarga experiencia.
Ciertamente así contado, la cosa parece más prometedora que mi vecina del Bajo dentro de un par de años. Pero resulta que el film transcurre por unos derroteros con los que en ningún momento llega a enganchar del todo y tampoco hace que uno llegue a empatizar con los protagonistas. Es más, hay momentos en los que uno casi desea que se carguen ya a la rubia para que deje de llorar, porque acaba resultando un poco cansina con tanto sollozo en plan «mi equipo ha bajado a 2ª».
Además los momentos en los que el asesino «juega con ellos» como si fueran cobayas con el fin de desesperarlos y provocarlos la sensación de que no hay posibilidad de escape por mucho que lo intenten, son demasiado previsibles para la gente con tablas en este tipo de género. Pero para previsibilidad lo referente a cierto hecho que a medida que avanza el film se va barruntando el espectador, y que no creo que a nadie le pillara de sorpresa cuando se desvela, y que no contaré para que luego cuando me veáis por la calle no me digáis: «¡Anda mira, por ahí va el gili ese que mete spoilers a sangre fría y sin avisar»!.
En definitiva, Captivity me ha resultado un film previsible, flojo, regulero y que en ningún momento llega a enganchar y ni mucho menos a sorprender. Francamente no sé bajo qué fármaco o bajo qué tipo de setas alucinógenas se encontraría quien comparara este film con la 1ª parte de Saw. Eso sí, la rubiaza al menos adorna y no queda mal como florero. Me ahorraré mis comentarios sobre sus cualidades interpretativas porque si algún día Elisha Cuthbert lee esta reseña tampoco quiero que haga vudú conmigo.