Recuerdo cuando escuché la historia del gran Luis II de Baviera (Ludwig), sobre su amor por la obra de Wagner y por todas las energías que gastó a la hora de construir castillos. Se dejó la fortuna familiar en ello pero hoy en día es difícil ignorar la grandeza de esas construcciones de cuento de hadas. Con este juego vamos a poder emular al rey de Baviera y construir castillos a cascoporro, ganar puntos y derrotar a los rivales. El Castles of mad king Ludwig es un juego para 1-4 jugadores mayores de 13 años y con una duración de hora y media por partida.
Una caja bastante grande y unas instrucciones sencillas que vienen en forma de desplegable. No son muy cómodas por cuestión de tamaño.
La dificultad del juego no es un tema de mecánica, es un tema de recordar algunos detalles y para eso hay unos resúmenes en unos cartones que podemos tener siempre a mano.
Vamos a encontrar 8 tipos diferentes de salas: comedores, salas de actividades, corredores, dormitorios, exteriores, de servicios, salas de estar y subterráneos. El castillo blanco marcará el jugador que será el maestro constructor que pasará de jugador a jugador en cada ronda.
Decidiremos uno de los 4 colores disponibles y comenzaremos a construir el castillo. Las cartas de habitación nos dirán que tipo de fichas de habitación estarán disponibles para comprar. Cada jugador comenzará con dos cartas de bonificación secretas con las que ganarás puntos extra al terminar la partida.
Cada habitación comprada nos dará una cantidad de puntos, pero vamos a conseguir extras si cerramos todas las salidas de esa habitación.
El juego es una carrera a puntos, pero tiene dos detalles que me parecen interesantes. Por un lado, la figura del maestro constructor que es el que cobra cuando los jugadores compran las habitaciones. El otro tema es que el maestro constructor es el que decide el precio de cada habitación, pero compra el último. Esas dos cosas hacen que te lo pienses muy bien a la hora de encarecer las habitaciones, ya que comprar barato es malo, pero que no compren también te perjudica.
Al final siempre hay sorpresas cuando descubres las cartas ocultas.