Seguro que muchos al leer así en fresco eso de Crossed (cruzados) estaréis pensando que hoy vamos a dedicar unas palabrejas al cruzado mágico de Playtex y que vamos a poner fotos de tetámenes varios. Pero uy, nada más lejos de la realidad amiguitos, sino que los cruzados a los que nos referimos en la reseña de hoy tienen que ver con esos cabronazos que si te pillan por banda lamentarás el día en que naciste. Y es que si pensabas que una plaga de zombies es algo chungo, eso es porque no conoces a los infectados por la plaga que veremos en este cómic.
A poco frikazo que seas del noveno arte serás sabedor del hecho de que el origen de Crossed nos lo trajo Garth Ennis en un primer tomo en el que se desvelaba en qué consistía esta plaga y donde veíamos a un grupo de supervivientes tratando de escapar de todo lo relacionado con ella. A raíz de ese primer volumen, la serie quedó en manos del guionista David Lapham, que siguió con esa estela de hijoputismo y de gamberrismo sádico empezado por Ennis y en algunos momentos hasta lo sobrepasó. El caso es que hace unas pocas semanas se ha publicado en nuestro país este tomo de Crossed + 100, y esta vez es Alan Moore quien nos da su visión sobre esta infección.
Pero antes de continuar vamos a explicar un poco en qué consiste el meollo de Crossed para todo aquel que no tenga ni guarra sobre el tema. Para entender su argumento lo único que hay que tener claro es que ha estallado una plaga mazo chunga que vuelve muy cabrones a la gente infectada, les provoca la aparición de una especie de llaga en forma de cruz en pleno rostro (de ahí el nombre de cruzados) y a raíz de ello se convierten en esclavos de la violencia supina. De esta forma, a lo largo de los tomos anteriores veíamos cómo cada uno de ellos se centraba en contarnos las andanzas de diversos grupos de supervivientes que trataban de escapar de la locura provocada por esta especie de infección.
Pues bien, en este tomo guionizado por Alan Moore se nos narra la estremecedora historia ambientada en el mundo creado por Garth Ennis, la cual tiene lugar en el futuro (concretamente 100 años después a lo visto en los tomos anteriores), en la que este guionista nos muestra cómo los supervivientes que quedan tratan de reconstruir la civilización después de este terrible apocalipsis. Una obra que de la que se comentaba que redefinía el cómic de terror y para la que no era necesario haber leído previamente nada sobre Crossed.
El caso es que tras haber degustado este cómic he de confesar que personalmente no me ha acabado de convencer tanto como yo esperaba. Quizás sea por el hecho de que yo ya iba un poco condicionado por el hecho de que tras haber leído los tomos anteriores de Crossed y ver en ellos una amalgama de violencia supina y desvaríos varios, esperaba que éste fuera algo parecido. De esta forma, si en aquellos cómics el argumento era una mera excusa para plasmar todo tipo de barrabasadas e idas de olla, aquí el bueno de Alan Moore hace un poco lo contrario, dejando la violencia gratuita de lado y centrándose más bien en narrarnos una historia muy light como para estar ambientada en este mundo salvaje de Crossed.
Quizás sea un poco injusto diciendo todo esto, pero es que en los cómics que tienen el título de Crossed en la portada, yo busco algo que me ofrezca lo que ya estaba acostumbrado a ver en los tomos anteriores (violencia a lo bestia y paranoias varias). Si quiero leer un cómic en el que primen las interacciones entre personajes y donde lo principal sea el mostrarnos lo difícil que es la vida en un mundo asolado por seres un poco cabrones, para eso me leo The Walking Dead que mola bastante más y punto pelota…
En definitiva, Crossed + 100 es un tomo que me ha decepcionado bastante, quizás por esa idea preconcebida que tenía puesta sobre él. Además otro elemento que no ha acabado de convencerme es la forma de expresarse de los personajes bajo la premisa de que en esos 100 años en los que la civilización no ha existido ha cambiado la forma de hablar y los protagonistas usan en ocasiones un lenguaje con vocablos un tanto extraños que dificultan la lectura. Por cierto, como nota positiva merece destacar el pedazo de dibujo de Gabriel Andrade con un estilo muy limpio y detallado con viñetas que en ocasiones son una auténtica delicia para los sentidos, pero por lo demás es todo muy olvidable…