Si eres un viciao de esos en plan niño coreano de los que se tiran más de 48 horas seguidazas delante de la Xbox dándole al puto vicio con cara de «degenerao», seguramente que tras haber leído eso de Deathmatch te habrá venido a la cabeza el modo multijugador del Call of Duty y la chuminada esa del duelo a muerte por equipos, gracias al cual muchos jovenzuelos del mundo sacrifican su vida social.
Pero no queridos amiguitos, el Deathmatch al que nosotros nos referimos hoy tiene que ver con cierta novedad comiquera que ha sacado a la venta hace unas semanas la muchachada de Aleta Ediciones y que a mí personalmente me llamó la atención cuando posé mis ojines de canica en ella allí en la tienda. Y es que una vez más volví a hacer aquello de pillarme un cómic sin tener ni zorra idea sobre su argumento y sin haberme documentado previamente sobre si merecía la pena o si era una puta mierda como un pianolo. Y he de cantar a los cuatro vientos que la jugada me salió cojonudamente bien, porque tras haberlo catado he de confesar que ha sido una buena compra de esas que te alegran una tarde de lecturaza…
Seguramente a poco friki que seas te sonará el nombre del gran Paul Jenkins, un afamado guionista que ha hecho sus pinitos en Marvel (Lobezno: el origen, Civil war front-line, etc), y en DC (sobre todo para la línea Vertigo). El caso es que un buen día el bueno de Jenkins acabó hasta los cojones de que los «mandamases» de esas editoriales coartasen su capacidad creativa y reescribieran sus guiones, motivo por el cual decidió irse a la competencia, concretamente a editoriales que le dejaran trabajar a gusto y mostrar sus guiones tal y como eran concebidos. Fruto de todo este culebrón se deriva el hecho de que se marcase esta obra para Boom! Studios.
Ciertamente Deathmach podría definirse como una deconstrucción del género superheróico bastante recomendable para los fans de esa temática, que cuenta además con el incentivo de que se trata de una historia en la que partimos de cero y en la que a lo largo de sus páginas iremos conociendo a todo un plantel de protagonistas en una situación muy chunga. Por cierto, más vale no encariñarse con ninguno de ellos, pues aquí cualquiera puede morir cuando menos te lo esperas.
«¿Y cuál es la premisa de todo este meollo?», os preguntaréis muchos. Pues podría resumirse en la idea de que alguien un poco cabrón (no se sabe quién), ha secuestrado y capturado a los héroes y villanos más poderosos del mundo y los obliga (no se sabe aún cómo) a luchar unos contra otros en combates a muerte hasta que solamente quede vivo uno de ellos. Como veis, se trata de uno de esos argumentos en los que a lo largo de su lectura se plantean un montón de dudas en el lector por el halo de misterio que encierra esa situación tan extraña en la que se encuentran todos los protagonistas. Y es que a medida que uno se adentra en Deathmach no puedes menos que preguntarte cómo todos estos héroes y villanos han acabado recluidos en ese lugar tan chungo con unos captores que les obligan a enfrentarse a unos contra otros, y sobre todo quién o quiénes pueden ser tan sumamente poderosos como para meter a semejante pléyade de personajes (algunos de ellos increíblemente fuertes) y doblegar su voluntad para que se enfrenten e incluso hasta que maten a compañeros y amigos.
Ni que decir tiene que toda esta situación acabará generando momentos de desconfianza entre algunos de los protagonistas, quienes antiguamente habían luchado codo con codo en grupos de superhéroes de esos que combaten por la libertad y por la justicia. Merece la pena decir que el principal protagonista de todo este embrollo es Benny Boatright, y a través de sus notas mentales (magníficamente encuadradas en la historia) iremos conociendo más detalles de toda esta desesperada situación repleta de resignación y de impotencia. Además hay que destacar el hecho de que poco a poco uno se va familiarizando con todo el plantel de personajes que se nos van presentando (gracias también a pequeñas pinceladas sobre el pasado de algunos de estos), que nos ayudarán a entender lo difícil que ha de ser para la mayoría de ellos toda esta situación en la que han de enfrentarse en duelo a muerte con antiguos compañeros y tener que matarlos a sangre fría. Todo ello mientras algunos no pierden la esperanza por descubrir quién está detrás de todo este entramado y sobre todo en poder escapar de allí sin tener que derramar más sangre.
En definitiva, Deathmatch vol. 1: Matando en su nombre me ha resultado una lectura cojonudísima que me ha dejado con ganas de más, sobre todo por encontrar en sucesivas entregas las respuestas a todas las preguntas y enigmas que van surgiendo a lo largo del argumento. ¡Ah, por cierto!, si piensas que esto va a ser un cómic en el que lo que va a primar son los combates entre seres poderosos por encima de todo, no es así, pues Jenkins pone esos enfrentamnientos al servicio del argumento y para avanzar en la trama (no para recrearse en la violencia explícita entre tipos superpoderosos). Y francamente la manera en la que lo hace me ha encantado.