Cuando algún amigo me habla alegremente sobre el género de desastres lo primero que me viene siempre a la cabeza es la oportunidad que perdí en su día de rodar un film cojonudo de estas características por no haber grabado nunca ningún partidillo del equipo de fútbol sala que tenía con los colegas hace unos años. Eso sí que era un puto desastre del copón con esa forma canallesca de tocar el esférico, esas tácticas ratonescas y esa forma pachorrera de jugar con aquel trote cochinero…
Pero gracias a los hados de los bosques no vamos a recordar aquellos tiempos bochornosos, sino que el desastre del cual vamos a hablar hoy tiene que ver con cierto film que me tragué este pasado finde. Dicen que quien tuvo retuvo, y yo personalmente creo que con los años retengo mazo líquidos y esa puta manía gilipollesca de dejarme impresionar por una carátula curiosa y un título resultón. Tontaco de mí pensé que una película titulada “Disaster L.A.” podría resultar cojonuda (y más viendo a esos engendros tan chungos de la portada que no tienen nada que envidiarnos a los chicos de este blog recién «levantaos»)…
El argumento es más previsible que el escote de los vestidos de Anna Simon, pues nos viene a contar algo así como que una lluvia de meteoritos golpea la ciudad de Los Ángeles, liberando una especie de humo tóxico a través de la ciudad haciendo que la gente cambie físicamente y se vuelvan violentos. Un pequeño grupo de supervivientes planeará abandonar la ciudad ante el tremendo pifostio de caos que se monta.
Si algo me indujo a tragarme enteros sus 82 minutos fue el prometedor arranque, pues los instantes iniciales de la caída de los meteoritos y demás no están del todo mal (dentro del bajo presupuesto que tiene). A este respecto diré que este inicio recuerda un poco al del film titulado Monstruoso, donde un grupo de colegotas están disfrutando tranquilamente de un fiestón, de repente ocurre un pifostio chungo del copón y al protagonista de turno (en medio de todo ese caos) no se le ocurre otra cosa que convencer a los amiguetes para ir a buscar a su «ex» con la intención de salvarla también y sacarla de la ciudad.
Y en este punto, digo yo, es donde radica el mayor elemento de ciencia ficción del film, porque no creo que haya nadie tan sumamente gilipollas al que su ex le dejé para irse con el tío más chulo e imbécil del planeta y en medio de un caos y de una destrucción, con infectados chungos con instinto caníbal de por medio, no tengas otra cosa que hacer que perder el culo por ir a rescatar a la guarra de tu antigua novia. Basta ya de tíos calzonazos y de tremendos huele-bragas protagonizando este tipo de films, porque me creo antes lo de que el humo de un meteorito convierta a la gente en zombies chungos que lo de que un menda tome una decisión así en circunstancias de ese jaez.
Pero dejándome ya de elucubraciones gilipollescas y comentando un poco el film, diré que esa pequeña ilusión del prometedor arranque del metraje se va diluyendo en el preciso instante en el que hace acto de aparición el primer infectado de turno y te das cuenta de que esto está rodado por un grupo de colegotas que han cogido a cuatro parientes, los han maquillado con el set de maquillaje de la señorita Pepis y de vez en cuando ponían a un par de ellos a darse unas «pechás» a correr detrás de los protagonistas en plan Sanfermines. Si a esto le unimos actores mediocres, personajes planos y diálogos imbéciles, pues ya me dirás…
En definitiva, Disaster L.A. es un film que te recomiendo ver en una de esas tardes de reunión con los colegas echándote unos porros y unos lingotazos, porque puede que a lo mejor así la disfrutes. Pero si te consideras una persona normalita hay muchas otras cosas mejores dentro del género de «zombies» con las que echar la tarde. Pero vamos, que si la ves por amor al arte tampoco te va a quitar años de vida, pues en su defensa diré que hay bazofias mucho peores.
Estas cosas te van a quitar años de vida.
Mazo.