Ya comenté en una reseña anterior que me he vuelto muy fan de la línea editorial Bonelli y en este nuevo año me he propuesto convertirme en adalid de la ardua labor de tratar de extender estas obras al populacho y a lectores varios. Y qué menos que recomendaros el tomo que nos ocupa en la reseña de hoy (Dragonero), del cual hay que felicitar a Panini por esta espectacular edición en lo que se refiere a la relación calidad/precio, porque 25€ por un tomo de estas características es algo impensable en otras editoriales que cada vez rebajan más y más la calidad y para colmo nos inflan los precios.
Y es que por la temática y el género de la obra que nos ocupa, se trata de un cómic bastante recomendable tanto para ávidos lectores de toda la vida (sobre todo fans de la fantasía heroica), como para esa gente neófita en el mundillo del noveno arte que quieran disfrutar con una lectura bastante amena y cuya única pretensión es la de entretener y pasar un buen ratazo (y vaya si lo consigue, señores). Así que si no tenías ni las más remota idea de la existencia de esta obra no dejes de leer esta reseñita, porque seguramente descubrirás una obra que llamará tu atención tanto por su temática como por su argumento.
Dragonero es una obra guionizada por Luca Enoch y Stefano Vietti, en la que seremos partícipes de cómo más allá del Gran Muro, que separa el Imperio de la Tierra de los Dragones, las mágicas Torres de Sangre están cayendo bajo las furiosas acometidas de una fuerza maligna. La Gran Prohibición, la antigua barrera que encadena a las Abominaciones a su mundo oscuro, está apunto de ser destruida. Ian, miembro de la antigua familia de los Varliedàrto, los matadores de dragones, es el único que puede impedir que las hordas de los Algentes lleven la muerte y la destrucción a las civilizadas tierras de Erondàr.
Bajo toda esta premisa se desarrolla una obra que nos recuerda mucho a esas novelas de Tolkien, a esos libros de Dragones y Mazmorras o incluso con reminiscencias de la mismísima Juego de Tronos, donde una vez más un variopinto grupo de valientes formado por los sempiternos arquetipos del género (un guerrero, un mago, una mujer clérigo, una elfa, etc…), tendrán que formar equipo para llevar a cabo una labor de cuyo éxito o fracaso depende la supervivencia de mucha gente ante el avance de un mal dispuesto a asolar todo a su paso. Bien es cierto que el argumento no tiene nada de original y es algo que hemos visto o leído en infinidad de ocasiones en clásicos del género, pero hay que decir a su favor que en Dragonero todo este hilo argumental está muy bien llevado, dando lugar a una de esas obras en las que en ningún momento decae el ritmo y que el lector devora de principio a fin hasta llegar a su desenlace.
Merece también la pena comentar que en la obra se pueden distinguir dos partes diferenciadas: una primera en la que se nos sitúa en el contexto de ese mundo y en la que se nos hará una rigurosa presentación de los protagonistas y una segunda parte donde el ritmo se desencadena vertiginosamente con todo lo que los aficionados al género anhelan ver en este tipo de obras. Todo ello aderezado por el dibujazo de Giuseppe Matteoni (con ese estilo suyo de trazo limpio e impresionante en las escenas de acción) y el color de Paolo Francescutto, que hacen de la obra una delicia visual para los sentidos.
En definitiva, Dragonero es una obra que me permito el lujo de recomendar a todo aquel que quiera disfrutar de un entretenidísimo cómic en el que asistiremos a los orígenes de la saga y que ni mucho menos es óbice para que se pueda leer de manera autoconclusiva. Sin embargo, a mí me ha dejado con ganas de más y de leer el segundo tomo, el cual publicará Panini en breve, para seguir ahondando en las historias de este mundo de fantasía. Lo dicho, un cómic que no deberías dejar pasar si lo que buscas es una rato ameno de lectura con una edición para quitarse el sombrero.