El 14 de septiembre de 1940, 532 días después del final de la Guerra Civil española, José Celda fue fusilado por el régimen franquista junto a otros 11 hombres en la tapia trasera del cementerio de Paterna, en Valencia, y enterrado con ellos en una fosa común. Más de siete décadas después, y tras una larga travesía por el lado oscuro de un país acomplejado por su pasado, Pepica, la hija de José, una anciana ya octogenaria que tenía 8 años cuando mataron a su padre, logró por fin localizar y recuperar sus restos para restaurar su dignidad.
La publicación de una obra nueva de Paco Roca siempre es motivo de alegría. El autor valenciano es, desde que recibió el Premio Nacional del Cómic por Arrugas hace ahora quince años, uno de los referentes del cómic español, siendo cada nuevo lanzamiento suyo un merecido éxito instantáneo de crítica y público.
Para la ocasión Paco Roca se alía con Rodrigo Terrasa para hablarnos de la muerte y de la justicia, del olvido y de la memoria, mezclando dos líneas narrativas: Una actual y otra anclada en aquellos años del principio de la posguerra. Seremos testigos de excepción en la lucha actual, la de los familiares de aquellos represaliados que quedan vivos y que llevan toda su vida intentando otorgarles la paz que se les negó y, por otra parte, viajaremos a principios de 1940 donde viviremos con toda crudeza la angustia de aquellas familias que tras acabar la Guerra Civil tuvieron que soportar un final injusto, desolador y terrible. Tanto para los fusilados como para los que se quedaron soportando el insoportable dolor de la pérdida.
Para ello, Paco Roca hace gala de todas sus técnicas narrativas ya vistas en obras previas. En este libro, en el que vuelve al fantástico formato apaisado que ya usó en La casa o Regreso al Edén, tiene páginas donde tiene hueco lo claramente expositivo y otras de representación de momentos profundamente duros que no dejan indiferente a nadie; son hechos retratados aquí que no pueden provocar otra reacción. Estamos ante una visceralidad inevitable ante el salvajismo de estos hechos.
La maestría narrativa del autor está al servicio del lector en todo momento, y nos deleita con esos inolvidables ecos del pasado, transiciones entre épocas, variedad de entornos, pero sobre todo, con la calidad y la humanidad de los entrañables personajes que vamos a conocer en estas páginas.
El gran mérito de esta obra está en cómo son capaces de contar los mismos fragmentos de una historia desde distintos puntos de vista. Conoceremos a las víctimas y también a sus descendientes, a sus verdugos, a sus enterradores, a sus vecinos y a quienes pelean para hacer justicia por ellos durante estos últimos años.
La edición por parte de Astiberri en cartoné apaisado refleja como siempre el cariño que imprimen en cada una de sus obras, rozando la excelencia como viene siendo habitual en su línea editorial.
El abismo del olvido quizás sea el cómic más crudo de Paco Roca y, como siempre, que publica, una maravilla tan perfecta en su ejecución como necesaria en su conjunto.
En definitiva: El abismo del olvido no es una historia agradable de leer. Retrata uno de los momentos más oscuros de la historia de España y nos muestra cómo aún no hemos pasado página. Estamos ante una obra que deberíamos leer cada ciudadano de este país tan lleno de heridas…Y de todas las que tenemos, puede que esta sea una de las peores.
Por Francisco José Arcos Serrano