Un inmenso asteroide se aproxima a la Tierra en trayectoria de colisión. Alexander Yorba, un afamado arquitecto de mediana edad, es el encargado de idear y levantar con urgencia una colonia lunar para asegurar la pervivencia de la humanidad ante el inevitable desastre. Inmerso en dicha construcción, se le diagnostica un tumor cerebral en fase terminal; apenas le restan de vida los mismos meses que faltan para que el asteroide colisione con nuestro planeta. Este dramático hecho hará que se replantee su propia naturaleza profesional y personal, lo que le lleva a renunciar a sus labores en la colonia para reunirse con su familia, con la que apenas tenía contacto.
Han pasado diecisiete años desde El circo del desaliento, la primera obra profesional de David Rubín, y ahora nos presenta El Fuego: un proyecto pasional que Rubín ha luchado por que vea la luz durante años; Sus múltiples encargos en la industria estadounidense ha provocado que esta obra se fuera aplazando hasta que el autor pudiera volcarse con el tiempo suficiente, dando lugar a una historia de la que puede decirse sin el menor atisbo de duda que la larga espera se ha visto recompensada con creces.
El fuego tiene una estructura brillante y meditada. No es una historia más de sci-fi ni tampoco de supervivencia de la humanidad, es una obra personal y representativa preñada de viajes apocalípticos y mucha carga emocional en un entorno de pura ciencia ficción reflexiva.
En estas páginas hay adelantos tecnológicos originales, viajes espaciales, escenarios futuristas, medios de transporte casi imposibles, y como telón de fondo, un destructivo apocalipsis que se traduce en una experiencia dura que remueve conciencias durante su lectura.
El ADN de Rubín está aquí pero potenciado con un trasfondo moral y reflexivo que es donde reside la fuerza expansiva de la obra, ya que todo es una inteligente y oscura metáfora que nos habla de la alienación que puede tener cualquier persona de a pie.
Hay que ser muy bueno para ofrecernos un telón de ciencia ficción donde se plantea una historia puramente personal, con descenso a los infiernos y dolor de un personaje protagonista sumido en la desesperación y la angustia. Aquí hay mucha sinceridad y crudeza a partes iguales, pero la esperanza juega un papel esencial dentro de este devastador mundo que aquí se nos plantea.
A estas alturas hablar del dibujo de David es redundar en lo evidente, pero podríamos tacharlo llanamente como espectacular. Ninguna palabra que se pueda escribir aquí hará justicia al increíble arte que reside en estas páginas. El autor lo da todo en este comic y, lejos de acomodarse, no deja de sorprender y de ser impredecible con una imponente composición de página y una narrativa visual alucinante que deja extasiado al lector.
Astiberri edita este cómic en un formato impresionante en cartoné a gran tamaño que permite deleitarse con mayor detalle del portentoso grafismo que destila todas y cada una de sus páginas. Además, ha visto la luz en dos idiomas: el gallego y el castellano (ambas ya con 2ª edición en camino), con lo que puede ser accesible a un público mayor.
En definitiva, El Fuego es una barbaridad de cómic. Es una obra sobresaliente en todos los campos que debería ser lectura obligatoria de todo aficionado al medio.
Por Francisco José Arcos Serrano