Hace unos años pegabas una patada a una piedra y te podía salir o una peli de Nicolas Cage o uno de los hermanos Baldwin (que eran una saga, no me jodas). Pero los tiempos cambian amigos, y hemos llegado a un punto en el que si pegas una patada a una piedra te sale algo relacionado con zombis. Y es que estos seres putrefactos vuelven a estar muy de moda desde hace un tiempo, motivo por el cual siguen proliferando cómic, series o videojuegos de esta temática.
Y si hablamos de zombis lo primero que le viene a la cabeza a cualquier frikazo del género es el nombre del gran George A. Romero, famoso por sus películas de terror sobre muertos vivientes, las cuales suelen ofrecer en su gran mayoría alguna que otra crítica de ciertos aspectos de la sociedad contemporánea. La muchachada de este blog siempre hemos tenido en un altar a este menda por haber sido grandes fans en nuestros tiempos mozos de clasicotes como El Día de los Muertos, El Amanecer de los Muertos o La Tierra de los Muertos. Es por ello que cuando nos enteramos de que se iba a publicar este tomo escrito por Romero no pudimos menos que acudir a la tienda para hacernos con él…
Sobre su argumento diremos que se ambienta en New York City, años después de que surgiera la plaga de zombis. Manhattan está en cuarentena, pero no todo el mundo que vive allí está a salvo. No sólo los caminantes amenazan la ciudad: hay otro milenario depredador que le ha hincado el diente a la Gran Manzana: Los vampiros gobiernan la ciudad. Así empieza la batalla entre zombis y chupasangres, ¡con los humanos en medio!.
Y es que si miras la portada de este tomo (si no tienes muchas dioptrías y a poco observador que seas), seguramente te pisparás de que esas marcas en el cuello son indicativas de que tampoco faltarán los chupasangres pululando por esta historia . Es por ello que el título de este cómic engloba tanto a unos como a otros (zombies y vampiros), y quizás por ese motivo Romero escogió llevar El imperio de los muertos al cómic, ya que este medio le permitía plasmar la historia en una escala mayor que en una película.
Y llegados a este punto, he de decir que personalmente me esperaba bastante más de esta incursión del bueno de Romero en el mundo del noveno arte. Y es que, para mi gusto, toda esta historia es una rara mezcla entre zombis, humanos y vampiros, en la que estos últimos se encuadran dentro del cliché de seres codiciosos y manipuladores, que ocupan altos cargos políticos y quieren mantener su existencia en secreto (representado todo ello en la figura del codicioso alcalde Chandrake). Los humanos, por su parte, son un claro ejemplo una vez más de que a veces pueden ser peor que los propios zombis, pues usan a estos seres para espectáculos salvajes o enfrentamientos a muerte en plan gladiadores de la antigua Roma, para regocijo de un público hambriento de carnaza, sangre y muerte.
De esta forma, al tratarse de un argumento que gira en torno a la idea de una «sociedad» en la que coexisten los zombis, los vampiros y los humanos, no os esperéis el típico y recurrente cliché del género por el cual estos últimos sobreviven como pueden en un mundo en el que los zombis están al acecho y si no te andas con los ojos bien abiertos te puede caer un bocado cuando menos te lo esperas. Y es que en este cómic da la impresión de que los zombis tienen mucho más que temer de la raza humana que viceversa. Sea como fuere, toda esta historia de muertos vivientes sumergidos en una sociedad que los ha normalizado y que incluso pueden mantener cierta conciencia de su «yo» anterior y de sus seres queridos, no me ha acabado de enganchar ni me ha dejado con demasiadas ganas de meterle mano al siguiente tomo cuando salga dentro de unos meses.
No sé, a lo mejor soy yo que estoy demasiado encasillado en los arquetipos del género, pero a mí si me hablas de zombis lo primero que me viene a la cabeza son unos seres feroces y hambrientos que devoran todo a su paso, y no unos seres putrefactos a los que si les dedicas tiempo puedes hasta llegar a domesticarlos. Y puede que toda esta historia sirva para que Romero se explaye nuevamente en una de sus sempiternas críticas a determinados aspectos de la sociedad contemporánea, tocando temas como la corrupción, conspiraciones y otros elementos de crítica social, pero insisto en que no era esto lo que yo me esperaba. Eso sí, lo mejor de este tomo de El Imperio de los Muertos es, sin duda alguna, el dibujo del gran Alex Maleev, cuyo estilo sucio y oscuro viene de perlas al tono de la historia. Pues eso, para mi humilde gusto un tomo la mar de flojito y regulero…