Para muchos el infinito es el tiempo que se quedarían encerrados en la mansión Playboy, mientras que para otros se trata del número de hostias que darían a CR7 para quitarle esos arrebatos gilipollescos que le pegan de vez en cuando al chaval. Pero no amiguitos, el Infinito al que nosotros nos referimos en esta reseña es al cómic de Robert Kirkman, pues este buen mozo aparte de guionizar historietas de zombies como los ángeles también hace sus pinitos en otros menesteres (como por ejemplo la ciencia-ficción en este caso que nos ocupa)…
Pero para muchos lo que realmente os habrá llamado la atención de la portada es ver el nombre de Rob Liefeld, ese dibujante odiado por tantos frikis y cuyo estilo a muchos les resulta más potativo que el hecho de que te tiren un gapazo a la cara y descubras que es una flema verde. Sé que me expongo a mofa, afrenta y escarnio público, pero he de decir que cuando a este tío no se le pira la olla en las dimensiones y en las formas de sus personajes es un menda cuyo arte me agrada. Ale, ya lo he dicho (ya podéis empezar a ponerme verde como si no hubiera mañana)…
Así que he de reconocer que lo que me indujo a la compra de este tomo fue ver el nombre de la dupla artítica en la portada (sí, Liefeld también coñe), pues a veces hay que jugársela en plan torero. Además que un rápido vistazo en la tienda me hizo recordar con añoranza aquellos cómics de Image de los años 90 tipo Youngblood, Wildcats, Wetworks, étc…, con aquellos argumentos simplones, tiarrones hipercachas armados hasta el ojete y chavalas con unas curvas que ni la de Larrascás.
El argumento nos pone en el pellejo de Bowen, quien lo ha perdido todo en la guerra contra El Infinito. Su única esperanza es viajar atrás en el tiempo para evitar su dominación mundial antes de que comience. Pero Bowen no lo puede hacer solo así que deberá acudir al único aliado que conoce y confía: él mismo. Ahora este cuarentón, dañado por los horrores de la guerra, deberá hacer equipo con su yo más joven, incansable y optimista de veinte años para salvar el mundo.
Me imagino que tras leer el párrafo anterior muchos pensaréis que esto huele un poco a Terminator que te cagas. Pues hombre, no te digo yo que no, pues ciertamente el cómic tiene ciertos toques de ese mítico film en el sentido de que tanto «el bueno» como «el malo» han de viajar al pasado con una misión muy concreta: uno con intención de evitar un futuro muy chungo y el otro con la finalidad de que su rival no prospere en esa tarea. Eso sí, aquí Kirkman se pasa por el ojete la también mítica teoría de viajes temporales de Regreso al futuro, que decía algo así como que si viajas al pasado y te topas con tu «yo» de esa época puedes producir una paradoja espacio-tiempo del copón. Aquí ni paradojas ni hostias…
Por cierto, algo que me gustaría comentar también es el hecho de que el cómic me ha parecido un poco estafa en el sentido de que son 16,95 euracos del ala por un tomo del que la mitad son bocetos, comentarios y demás mariconadas que nos cuentan los autores sobre los personajes, que habrá gente a quienes les interese, pero yo personalmente me los paso por el forro. Y francamente, pagar casi 17€ por algo de lo que sólo vas a leer la mitad me parece un poco «timo Timoteo»…
Por lo demás, he de reconocer que El Infinito es la típica historia de viajes temporales y de intentos de alteraciones de hechos del pasado para evitar un futuro desesperanzador, pero que personalmente creo que no me ha desagradado. Además queda con un final hasta cierto punto interesante (con ambos bandos contendientes ya formados en el presente) de cara a ganar esa batalla por el futuro. Lo recomiendo para todos aquellos que en su día disfrutaran con los antes mencionados cómics de la editorial Image de los años 90, porque aquí todo va muy en esa línea. Eso sí, espero que el siguiente tomo no traiga ese pufo de los bocetos y demás «relleno paquetil», porque lo mismo rabio y mando todo esto de El Infinito a tomar por el culo…