¿Dónde está la entrada al siguiente nivel?. Un hombre con casco está obsesionado con llegar al último nivel, como si de un videojuego se tratase. Tendrá que atravesar túneles, conductos y tubos y fijarse en símbolos tallados en la roca para encontrar el camino. Pero ¿por qué nuestra mente se empeña en poner límites a la realidad, si la existencia es infinita?…
David Sánchez es la prueba de que se puede hacer un tipo de tebeo que destaque por su potente carga imaginativa y por su exigencia de la atención del lector. No es, por tanto, lectura fácil la que entrega el amigo David en esta nueva obra. El autor no malgasta su tiempo en tratar de entretenernos. Es un auténtico chamán que pretende mostrarnos otros mundos donde somos llevados de la mano hacia unas claves para intentar desgranar toda la enjundia que hay tras sus páginas.
Quién espere una narración formal como entretenimiento rápido mejor que busque otras opciones. Estamos ante un cómic surrealista y místico, que supone un viaje extraño, circular y metafórico por el tiempo y el espacio en una historia alucinógena llena de capas e interpretaciones en la que el autor se vuelve a cuestionar la propia naturaleza de la realidad, una de las constantes que siempre encontramos en todos sus trabajos hasta la fecha.
Como en la mayoría de la obra de Sánchez, los personajes emprenden un viaje sin saber muy bien hacia dónde se dirigen, sin un destino claro. La meta suele ser alcanzar la iluminación que les permite percibir la realidad debajo de la ilusión. Una de las ideas más fascinante que hay en la obra de Sánchez es la idea de la realidad como algo mutable que depende de los ojos del observador…todo muy rollo física cuántica.
Como siempre, nos propone un viaje de incierto resultado, que nos hace reflexionar sobre la condición humana y nuestra relación con el universo y la realidad.
La línea clara heredera de Hergé y Charles Burns sirve para otorgar la distancia necesaria para dotar de fuerte carga ilusoria a la historia. A diferencia de sus anteriores trabajos, en esta obra prima la acción, aunque los silencios y las pausas siguen siendo primordiales a la hora de contar una historia en la que los diálogos escasean, pero cuando aparecen siempre son contundentes y dejan poso en el lector. Los colores tan limpios y luminosos, sobre todo en sus pasajes psicodélicos, sirven de contraste con la historia tan cruda que Sánchez nos propone. El resultado es una atmósfera incómoda y sobrecogedora que se ve potenciada por lo (falsamente) hermético de sus figuras. Todo esto lleva a pensar en la gran capacidad del autor madrileño para no dejar a nadie indiferente.
Astiberri, como siempre, hace una gran edición en cartoné con una reproducción perfecta que permite disfrutar de la increíble paleta de colores de la obra. Hay que destacar el diseño que consigue persudiarte de la mágica atmosfera desde su misma portada.
Con Fuego de bengala, David Sánchez vuelve al panorama comiquero con especial brillo y fulgor, en una obra que se vale de escorpiones gigantes, serpientes antropomórficas y patos mutantes para hacernos reflexionar sobre el gran bucle infinito que es la vida y la realidad en sí misma.
En definitiva: Uno de los comics de este año, no lo dejéis escapar
Por Francisco José Arcos Serrano