Pues era un 26 de octubre de 2011 cuando hablamos por primera vez de “Gears of War: El juego de tablero”. En aquel momento aún no lo teníamos en tiendas, el tiempo pasa deprisa y ahora se ha vuelto un juego bastante difícil de encontrar y la verdad es que fue una casualidad encontrarlo en aquella estantería de un gran almacén. Pues bien, ya lo tengo en casa y ha llegado el momento de hacer el unboxing de este juego y de paso comentar algunas cosas. La caja te deja esa sensación del primer juego de la saga Gears of War, y es que si el juego de mesa está basado en el juego de consola no podía faltar todo el apartado gráfico que era de primera calidad en el videojuego.
Un juego de Corey Konieczka, con una mecánica algo peculiar que nos permite jugar en solitario. Lo que primero encontramos son las reglas del juego, un libro muy completo (32 páginas con mucho contenido).
Hoja de referencia de la misión, un mini-tablero para colocar las cartas de Enemigo, el mazo de Armas, el mazo de IA y el mazo de Órdenes.
Las 17 losetas a doble cara con las que formaremos en mapa y fichas en 7 láminas troqueladas y perfectamente empaquetadas.
Las losetas que formarán el mapa tienen buena calidad, el detalle de hacerlas a doble cara ayuda a la hora de ahorrar espacio. Cada una tiene una referencia para poder formar el mapa con las indicaciones que nos dará la carta de la misión que jugamos.
Dados especiales (5 de ataque y 4 de defensa) y 38 cartas pequeñas (americano mini).
Otro paquete de 168 cartas grandes (americano estándar).
Una bolsa con las miniaturas, 32 figuras de plástico con una calidad muy buena. La verdad es que me sorprendieron.
Las grises son los Locust, las rojas los personajes de la CGO. Entre las miniaturas enemigas encontraremos 6 Drones, 6 Infames, 6 Tickers, 3 Boomers, 3 Guardias Theron, 3 Kantus y 1 Berserker.
Nuestra mano de cartas la robaremos del mazo de Órdenes. Si nos quedamos sin cartas en la mano, el CGO muere. Esa es una de las cosas que menos me gustaba cuando miré cómo funcionaba el juego en su día. La verdad es que ahora no me parece tan mal.