Os acordáis de aquellos tiempos cuando no había internet y uno iba al videoclub a alquilar guiándose únicamente por el mero hecho de que la carátula de la peli parecía chula? Pues algo parecido es lo que me ha ocurrido a mí con este tomo titulado God Country, con esa portada de uno blandiendo un pedazo espadón y dirigiéndose hacia una tormenta, pues mi único conocimiento sobre él era que lo guionizaba ese autor tan molón que está ahora tan de moda llamado Donny Cates.
Se trata de una novedad que acaba de publicar Panini Comics dentro de su sello Evolution en su típico formato para este tipo de obras autoconclusivas, que en el caso de este tomo será en cartoné de 184 páginas al precio de 20€, que se pagan tan ricamente y te dejan satisfecho una vez que cierras el tomo. Lo primero que merece la pena comentar sobre ella es que si hay un elemento por el cual esta historia me ha cautivado tanto es por el mero hecho de que se trata de una obra “muy a lo Mark Millar”, es decir, tendremos el más que típico argumento con guión palomitero concebido para ver si cuela y lo adaptan al cine (con los royalties que eso conlleva), con momentos repletos de barrabasadas varias, muchísima mala baba y espectacularidad a raudales por los cuatro costados.
Seguramente muchos a estas alturas estaréis ya cansados de estos argumentos que recurren a este tipo de elementos “Millarianos”, pero cuando eres un fan acérrimo de este guionista escocés y llega otro autor que se marca una obra de características muy similares, pues entonces no puedes menos que disfrutar de ello (sobre todo si está tan bien hecha como se lo curra aquí el bueno de Cates).
Argumento
El argumento nos pone en el pellejo de Emmett Quinlan, un anciano al borde de la demencia. No sólo es un problema para sus hijos, sino que ni siquiera la policía local puede hacerse cargo de su comportamiento violento y senil. Pero, cuando un tornado eleva su casa hasta las alturas, la verdadera naturaleza de Quinlan saldrá a la luz.
Sobre la obra
Y es que lo que empieza siendo una historia sobre el alzheimer y sobre el drama que puede acontecer dentro de una familia por lo duro que es tener que convivir con un ser querido afectado por esa enfermedad (lo cual Cates plasma de forma genial en los compases iniciales, por cierto), poco a poco va derivando en una epopeya con elementos sobrenaturales, demonios, muertos vivientes, deidades y armas mágicas con las que se desarrolla la premisa de hasta dónde sería capaz de llegar un hombre y a qué duros e imposibles retos estaría dispuesto a enfrentarse por algo tan simple y humano como es conservar en su poder cierto artilugio que le permite mantener sus recuerdos y el afecto por sus seres queridos.
Todo ello estará plasmado en la historia a través de una magnífica caracterización de cada uno de los personajes que van desfilando a lo largo de las páginas, especialmente la de su protagonista (el viejo Emmett), quien al principio conoceremos como un anciano senil, demente y violento y poco a poco le veremos en una faceta totalmente distinta, movido por el miedo de perder ese mágico y poderoso artilugio que le permite seguir siendo la persona que una vez fue y poder seguir sintiendo el amor de sus familiares más cercanos.
A este respecto merece la pena volver a hacer hincapié en ese drama humano que rezuma la obra en todo momento, más allá de todos los elementos sobrenaturales que veremos en ella, pues resulta curioso ver cómo a nuestro protagonista lo único que le interesará de esa poderosa espada (con la que casi puede hacer cualquier cosa), es el simple hecho de que con ella puede volver a ser él mismo y volver a sentir emociones que hacía mucho había perdido.
Los Autores
Como ya se ha comentado antes, al guión tenemos a Donny Cates, un autor que actualmente está en auge y va ganando cada vez más adeptos gracias a su trabajo en series de Marvel tales como Venom y Thanos Vence, o por sus trabajos en Aftershock con series como Babyteeth (la cual nos traerá Planeta Cómic en este 2019).
En cuanto al dibujo, tendremos a Geoff Shaw, quien hace gala de un estilo oscuro y sucio y que personalmente por momentos me recordaba (salvando las distancias) a Sean Murphy. Aunque no tenía el placer de conocer demasiado su arte, hay que reconocerle la espectacularidad de la que hace gala en las escenas de acción y una forma bastante solvente de recrear los distintos escenarios en los que se desarrolla la obra.
Conclusión
En definitiva, God Country me ha resultado una más que recomendable lectura que me ha sorprendido muy gratamente. Francamente me ha parecido magnífico por parte de Donny Cates cómo aborda una triste realidad como la del alzheimer de esta manera tan épica. Esa manera de mezclar emociones e instintos muy humanos y cosas cotidianas con elementos sobrenaturales y místicos dando lugar a una historia tan entretenida, creo que son elementos suficientes para recomendársela a todo el mundo.