SrGrifter, el
24 de febrero de 2014 en
Chorradas
Después del exitazo de la anterior entrega de esta sección, hoy queremos volver a meter el dedo en la llaga y regodearnos nuevamente en nuestra crapulencia ante el hecho de las vueltas que da la vida de una forma en la que ciertos personajes que lo fueron todo en antaño, hoy por hoy no son más que viejas glorias y una mera sombra de lo que llegaron a ser en su época de grandeza y esplendor. Así que si eres de los que disfrutan con las desgracias ajenas no pierdas ripia de este post de hoy, porque vas a disfrutar un montón con la caída en desgracia de dos grandes héroes: Spiderman y Superman…
Con gilipolleces como esta es como este tío empezó a echarse a perder
Más tarde dejó a su novia de toda la vida
Y acabó sucumbiendo al peor de los males con una pilingui: el matrimonio
Su vida cambió totalmente tras ser enganchado por una lagarta
A pesar de todo el tío se esforzaba en ser un buen papi
Una foto de su nene
Llevaba a su hijo al Rugby
Se lo pasaban pipa en el Basket
Pero el estrés de su vida de casado le hizo empezar a zorretear de nuevo con la Gata
Las juergas con los amigotes hasta las tantazas eran de órdago
Otra juergaza más con los colegotas
Aquí descansando tras otra juergaza más con los amigotes
El llegar a casa a las tantazas empezó a ser un clásico
Empezó a descuidar su tipazo
Con tantas distracciones al final acabó siendo derrotado hasta por un paquete como Octopus
Necesitado de pelas su merchandising empezó a ser una puta mierda
Toneladas y toneladas de puta mierda de merchandising
Al final su mujer acabó hasta los cojones de él y lo mandó a la puta calle
Pues si el final de Spiderman fue un tanto triste y lleno de desgracias, lo que el destino le tenía reservado a Superman tampoco era moco de pavo. Muchos dirán que este pobre hombre no se merecía esto…
Empezó a juntarse con Batman y sus colegas, y eso no trae nada bueno
Insistimos en que tantas juergas con Batman no podían traer nada bueno
Empezó a darse a la comida guarrindangas
Y empezó también a darle al pimpleques en la tasca del barrio
Se ponía tan pedísimo que no paraba de hacer el gilipollas
El cabrón hasta se compró una muñeca hinchable y se la trajinaba donde fuera
Tanto despiporre le llevó a buscar el arrepentimiento
A pesar de todo ya no volvió a ser el mismo
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