Si en anteriores reseñas dediqué unas palabras a dos buenas historias que bien podrían considerarse como «la última aventura» protagonizada por personajes tales como Lobezno o Punisher, qué menos que comentar hoy la dedicada a contarnos los últimos días del gigante de jade. Y quién mejor que el guionista Peter David para escribir este especial destinado a narrarnos la última historia de otro puntal de la Casa de las Ideas como es el bueno de Hulk (pues al fin y al cabo este guionista es responsable de una de las mejores etapas de este personaje y lo conoce a la perfección).
A este respecto he de comentar que yo nunca he sido demasiado seguidor de las andanzas del monstruo esmeralda, pero sí he de decir que del Hulk de Peter David he leído varias cosillas, y es una de esas etapas con las que uno se quita el sombrero y que debería ser degustada por todo fan del mundillo. Supongo que debido a ese buen sabor de boca que me dejó en su día llegué posteriormente a seguir series como Planet Hulk o la espectacular y reciente World War Hulk.
Comentado ya la historia que nos ocupa, lo primero que hay que decir es que se ambienta en un mundo post-apocalíptico totalmente desolado tras haber acontecido un cruento conflicto nuclear, en el que los héroes no pudieron defender a la humanidad de su peor enemigo: la misma humanidad. Sólo ha quedado un único superviviente: Hulk, que suma ya la friolera de más de 200 años (pues la historia no nos sitúa en ninguna fecha concreta), el cual va vagando por un mundo solitario con la única compañía de un videobot destinado a grabar el fin de la raza humana.
Todo lo comentado hasta ahora sirve para darnos cuenta de cómo Peter David aborda esta historia de una forma en la que deja de lado su sempiterno sentido del humor y se centra en mostrarnos sobre todo la maldad de la naturaleza humana. Y digo esto ya no sólo por el hecho de presentar a la humanidad como su propia destructora, sino por cómo refleja en cierto momento de la historia el odio de otras razas hacia la nuestra, hasta el punto de que ese videobot es consecuencia de que una de esas razas quiere registrar el fin de la humanidad por esa tirria que nos tienen (incluso hasta se mencionará que los Kree y los Skrulls celebran una fiesta en la que dejan de lado sus enemistades para celebrar algo que ambas llevaban deseando mucho tiempo: la destrucción total de la humanidad).
De esta forma, con un Hulk como único superviviente del planeta es de suponer que el hilo de la historia esté llevado a través de las notas mentales en plan soliloquio de un viejo y cansado Bruce Banner, y sus «discusiones» con su alter ego. Sin duda alguna, es bastante curioso de leer todo ese contrapunto de las ganas de morir de uno y el instinto de superviviencia del otro. Y es que por fin Hulk ha conseguido lo que mas quería: ser el más fuerte (pues al fin y al cabo es el único superviviente) y que le dejen en paz, por lo que para el monstruo verdoso este mundo es algo así como una utopía. Sin embargo, para el pobre Banner, esto es el peor de los castigos que puede haber, pues ser el único superviviente y el estar completamente solo en el mundo supone que aflore una tremenda añoranza por los amigos y los seres queridos perdidos, y para lo que no hay más salida que poner fin a la propia existencia de uno. ¡Pero ayyy amigos!, ahí es donde entra en juego y sale a relucir el antes mencionado instinto de supervivencia de Hulk cada vez que Banner quiere quitarse su propia vida.
Pero sin duda alguna, lo que llama más la atención de este cómic es la comparación que en él se nos hace de Hulk con la figura de Prometeo. Y es que el guionista se saca de la manga un magnífico parangón entre ambos personajes en el sentido de que Hulk es algo así como el Prometeo del fuego nuclear, pues fue el primero que abrió una nueva era para el hombre, y por tanto es lógico que también sea su último exponente. Además en ciertos momentos de la historia se nos muestra un castigo muy parecido al que sufrió Prometeo, que como sabéis fue encadenado en el Cáucaso, donde un águila se comía su hígado, pero al ser inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, para volver a ser devorado por el águila al día siguiente. Como digo, algo muy parecido a esto sufrirá el bueno de Hulk a través de la figura de unas cucarachas mutadas con muy mala baba.
En definitiva, Hulk: ¿fin o principio? es una magnífica historia sobre este personaje en la que yo ciertamente dudaba de que se pudiera mantener la atención del lector teniendo únicamente a Banner y Hulk como únicos protagonistas. Sin embargo, a través de las reflexiones de Bruce y las «discusiones» con su alter ego, el argumento consigue enganchar hasta llegar a un final con un componente bastante emotivo. Una historia que realmente hace justicia al fin de uno de los principales personajes de la Casa de las Ideas (mucho mejor que las anteriormente comentadas de Lobezno o Punisher, con diferencia).