Tal y como le comentaba ayer a una coleguita, si te consideras un friki de pura cepa y no acudes a ver este tipo de films el mismo día del estreno te expones a que la gente te señale con el dedo cuando vayas por la calle y se te queden mirando diciendo: «¡Hey mirad, por ahí va el gilipichis ese que no fue a ver Immortals el día del estreno!». Y como en este blog no queremos que nos pase eso ni por asomo, qué menos que acudir en tropel a presenciar la que por su trailer apuntaba maneras de ser una de las pelis del año.
He de confesar que yo personalmente tenía grandes esperanzas puestas en este largometraje (hasta hice una cuenta atrás en mi nick del messenger contando los días que quedaban para el día de su estreno). Incluso metí presión a muchas amistades descarriadas que no tenían ni zorra idea de la existencia de este film, hablándoles de Immortals de una manera en la que uno podría pensar que tengo acciones en ella o que soy el ahijado secreto del director (el cineasta indio Tarsem Singh, por cierto). Pues bien, tras haber visionado esta película he de reconocer que la cosa tampoco era para tanto…
Cuando escuché hace ya varios meses que los productores de ese pedazo de peliculón que es 300 se habían enfrascado en un proyecto llamado Immortals, pensé que la cosa iba a tratar sobre aquellos Inmortales del film de Zack Snyder que formaban parte del ejército persa (lo cual no habría estado nada mal, pardiez). Sin embargo, poco después me enteré de que este film que nos ocupa en la reseña de hoy iba a centrarse en una temática mitológica, concretamente en la figura de Teseo y su rifi-rafe con el rey Hiperión (quien pretende dominar el mundo liberando a los Titanes encerrados durante siglos por los dioses del Olimpo). Para lograrlo necesita encontrar el legendario Arco de Epiro, mientras va arrasando a lo Arteche todo lo que encuentra a su paso en su despiadada búsqueda.
Sin duda alguna, es ineludible no dedicar unas palabrejas a comparar este film con la antes mencionada 300 (comparativa con la que personalmente creo que Immortals sale un poco malparada). Y es que ciertamente se trata de un descarado ejemplo de aprovechar el buen sabor de boca que dejó aquella en su día, con una propuesta que por momentos suena totalmente a calco del film de Leónidas y sus muchachos.
Y es que en Inmortals se recurre nuevamente al cliché de un ejército de poderío devastador al que nadie opone resistencia salvo un chulazo protagonista (Henry Cavill, el nuevo Superman) y un puñado de soldados helenos. Incluso tendremos una batalla similar a la de las Termópilas, en un lugar angosto y cerrado en el que la superioridad del número de hombres queda totalmente reducida por lo estrecho del terreno. Tampoco faltarán las tentaciones de Hiperión a Teseo de una forma embaucadora para que se una a él y le jure lealtad, de una manera muy parecida a lo que intentó Xerxes con Leónidas. Tendremos también tíos en tetas, abdominales a tutiplén y por supuesto tampoco faltarán nuevamente esas míticas escenas de acción ralentizadas y a cámara lenta con las que uno puede recrearse en su crapulencia con cada plano (las cuales, por otra parte, son de agradecer en una época en la que la mayoría de films meten la cámara muy encima, casi hasta la epiglotis de los actores, mientras la acción transcurre a toda hostia y no te enteras ni del No-Do).
Lo que trato de decir con todo esto es que en la comparativa entre 300 e Immortals, esta última sale peor parada, pues muchos de los momentos que hay en ella son bastante evocadores del film basado en el cómic de Frank Miller. Además he de confesar que con Immortals no se me puso la carne de gallina ni llegué a emocionarme en ningún momento, mientras que con 300 salí de la sala con una cara de flipaduras tremenda y según bajaba por las escaleras mecánicas me daban unas ganas locas de pegar un patadón al de delante mientras decía aquello de «Esto es Esparta» y mandarlo a tomar por culo escaleras abajo. Sin embargo, el film de ayer me dejó un poco indiferente en ese aspecto…
Por cierto, mención especial a otros buenos mozos del reparto como son Mickey Rourke (Hiperión) y Stephen Dorff (Stavros), dos viejas glorias que a estas alturas parecían más acabadas que Guti y que en este film les vemos repartir hostias y mandobles como en sus buenos tiempos. Tampoco faltarán los cuerpos Danonazos de los actores que interpretan a los dioses del Olimpo, que tienen en su máximo exponente a Luke Evans, interpretando a un muy jovencito Zeus, con un bigotillo a lo Cantinflas. Por cierto, la chavala de turno Freida Pinto, que hace de Oráculo, nos enseñará el ídem…
En definitiva, a pesar de las grandes expectativas que tenía puestas en Immortals he de reconocer que es un film que me ha dejado un poco frío e indiferente. A ver, no me malinterpretéis porque tampoco es que sea un pufo total (pues como película palomitera para recrearse la vista en 3D con esas escenas de acción bestiales y la sangre saltando hacia el espectador, es una pasada). Sin embargo, creo que se abusa demasiado de la fórmula que hizo grande a 300, siendo por momentos una copia descarada de ésta. Por todo lo comentado, si te pasas por el cine no esperes presenciar nada nuevo que no vieras en el mítico film de los espartanos, así que avisado estás…
Muy buenas
¡¡Tenías que haber visto In Time!!
A mí me moló mucho y al igual que Asesinos de Élite, son pelis que cuando las vuelvan a echar por la tele las volveremos a ver tal cual friquis de este tipo de cine.
A menudo hay cosas que esperas con ansias, que parecen la panacea, pero que al final te decepcionan o bien porque no son del todo lo que uno esperaba o bien porque son un bluf.
Siento que Inmortals no haya levantado tus expectativas ni tampoco te haya puesto la piel de gallina… Next time my friend.
Saludos,
Miguelito
Si se paras a pensar, 300 no es que fuera gran cosa. Utilizaba la técnica de alegrar la vista con sus escenas llenas de acción y ralentizaciones para disfrutar de los efectos. No había nada más, porque la historia era más simple que el mecanismo de un botijo.
Si te ofrecen otra peli con lo mismo, como ya no sorprende, pues apaga y vámonos.
Jo, yo que tenía tantas ilusiones puestas en ella…