Los herejes a la hoguera, pero antes hay que torturarlos un poco clavando palillos entre las uñas. Recordemos a Torquemada: “Muchos murieron quemados y tanto gusto me daba verlos arder, que decía, atizándoles la llama: ¡Perros herejes, ministro soy de la Inquisición Santa!”. Sí señores, la inquisición Española tenía su puntillo agridulce, pero nada comparado con Los Santos Ordos del Dios Emperador. Inquisidores que dejan a la altura del betún a todos aquellos que poblaron nuestra historia más oscura.
Algunos han intentado que renazca la inquisición en la clandestinidad. Recordemos al famoso acólito inquisitorial Georgie Dann: “La barbacoaaa, la barbacoaaa, como me gusta…” Y es que eso de quemar siempre ha sido un caramelo en la puerta de un colegio. La inquisidora Raffaella Carra con su “Caliente, Caliente” también quiso a quemar a más de uno. Pero dejemos de hablar de estos aprendices y vamos al turrón.
El universo de Warhammer 40.000 puede parecer literatura de tercera regional, y no voy a negar que algún día lo fue y yo era uno de los primeros que criticaba cualquier cosa que se pudiera relacionar con Games Workshop. Y es que todo parecía nutrirse de retales externos y parecía que los libros eran un producto sólo para los frikis del juego de mesa incapaces de evitar la compra compulsiva.
Pero un día descubrí a Dan Abnett y ese día pensé, “Esto no es tan malo” y cada vez que sale un libro del amigo Abnett yo estoy en la puerta de la tienda intentando tomarla por asalto aunque sea domingo. Es cierto que tiene detractores, pero en mi caso no recuerdo nada malo, incluso lo poco que he leído de Warhammer fantasy es de él exclusivamente. Abnett es un frikazo y ha tocado cosas en este mundillo interesantes, e incluso tiene una faceta en el mundo del cómic: Juez Dredd, Battlestar Galactica, Transformers, y hasta trabajó para Marvel (X-men y Punisher). También es suya una novela de Doctor Who… Bueno, mejor dejo de hablar de Abnett o al final no voy a tocar el tema que quería tocar.
Games Workshop decidió un buen día que la cosa tenía que tomar unos tintes más oscuros y ese día comenzaron a escribir cosas interesantes. Muchos piensan que sólo pueden encontrar Marines repartiendo castañas cuando hablan del mundo de Warhammer 40.000, pero no es el primero que me viene diciendo: «¡Hey, esto no es lo que parecía!». El tema inquisición y sus demonios da mucho juego y muchas veces el escritor toma esa base y acaba haciendo un libro con escenas bastante escabrosas.
Uno de los personajes más famosos de Abnett es Gregor Eisenhorn, un inquisidor de la trilogía que lleva su mismo nombre, tres libros que podemos encontrar sueltos o recopilados en un solo tomo. En caso de leerlos uno a uno, nos encontraremos con tres nombres que poco le van a decir a un profano en la materia (sólo por eso debería ser empalado y quemado). Primero nos encontramos con Xenos (que no senos), luego Malleus y por último Hereticus (que no eroticus). Son los nombres de los 3 ordos de la inquisición en el mundo de Warhammer 40.000 y estos ordos no tienen escrúpulos ni con la madre que los parió. El hereje bueno es el hereje muerto.
Conclusión: Los libros no tienen desperdicio, lectura para pasar un buen rato. De lo mejor que ha escrito Abnett junto a “Los Fantasmas de Gaunt”, de los que sin duda hablaré en algún momento.