Durante estos meses de atrás muchos de mis amigos hablaban en algunas de nuestras conversaciones que si juego de tronos por aquí, que si juego de tronos por allá y yo me sentía más perdidísimo que un español llamando al 1004. Y es que no tenía ni zorra idea de los libros ni tampoco había visto ningún episodio de la aclamada serie de televisión, por lo que cada vez que alguien sacaba a relucir este tema yo me quedaba con cara de póker asintiendo con la cabeza para parecer que estaba ahí en la onda, pero pensando para mis adentros cosas como: «¿Pero de qué cojones está hablando este tío?»…
Así que cuando me enteré de que la editorial Planeta DeAgostini iba a sacar en cómic la adaptación oficial de las novelas, de forma bastante fiel, a cargo del novelista y guionista Daniel Abraham (colaborador habitual de George R.R. Martin), no pude menos que pensar que esta era mi oportunidad para poder estar por fin en la onda, y que cuando alguien me hablara sobre este tema no poner cara de monaguillo en un topless.
A lo mejor con esto que voy a decir a continuación muchos de vosotros pensaréis que soy un tío «flipao» o un tontaco, pero yo siempre había pensado que esto de Juego de Tronos iba a ser la típica historia de fantasía heroica con orcos, enanos, elfos y demás parafernalia. Supongo que las portadas de los libros que había visto así de refilón me hicieron tener esa idea preconcebida en mi cabezón.
Así que imaginaos mi careto de sorpresa cuando empecé a leer este tomo y me percaté de que su argumento giraba en torno a intrigas, engaños, tejemanejes en las sombras, traiciones, intereses ocultos, infidelidades, conveniencias, étc… Eso sí, he de decir que a pesar de que había escuchado por ahí que el guionista del cómic consigue adaptar de forma sencilla y legible la intrincada narración de Martin, no me importa reconocer que al principio la lectura me resultaba un poco pesada y farragosa. Sin embargo, a medida que uno va adentrándose en al argumento y se va familiarizando con todos los personajes del linaje de los Stark (y lo variopinto de sus personalidades) es cuando realmente uno empieza a engancharse a la historia.
Tanto es así que he de confesar que al principio me daban unas ganas locas de mandar el tomo a tomar por culo de un patadón a lo Iker Casillas sacando de portería y continuar con su lectura otro día, pues insisto en que los compases iniciales no llegaron a captar del todo mi atención. Además en ello supongo que influyó el hecho de que en el comedor tenían puesta la tele a todo trapo y me estaba enterando más de la puta telenovela esa de los tiempos revueltos que de lo que estaba leyendo. Pero insisto una vez más en el hecho de que en el momento en que uno empieza a descubrir todas las tramas y las acciones que hay detrás de muchos de los protagonistas, es cuando la lectura te termina atrapando cosa mala.
En definitiva, Juego de Tronos es un cómic que me permito el lujo de recomendar a todo aquel que al igual que yo no tuviera ni la más remota idea de los libros ni de la serie de televisión y quiera adentrarse en este mundillo que nos brinda el bueno de George R.R Martin. Por lo que he podido documentarme, cada novela ocupará cuatro tomos del cómic, por lo que ardo en deseos de que salga ya el segundo y poder seguir descubriendo estas violentas luchas entre familias nobles. Sí señor, una lectura muy recomendable…