Hay que reconocer que la muchachada de este blog tenemos fama de ser muy pero que muy flipables, pues nos emocionamos hasta cuando ponen una puta peli mierdera de esas de Marisol en Cine de Barrio. Y no te digo yo que no nos flipemos con cualquier gilipollada rara, pero el hecho de que por fin se haya publicado en nuestro país la 2ª parte de Kick-Ass es una emoción más que justificable. Os diremos que ello ha provocado en la sede de nuestro blog un júbilo y una algarabía que no se veía desde la célebre caída de Saigón (porque a lo mejor otra cosa no, pero fans del bueno de Millar somos un rato)…
Y es que tras el exitazo que supuso en taquilla el film que adaptaba la primera parte nos produjo un gran y enorme regocijo el hecho de que toda la gente ajena al mundillo pudiera al menos conocer este cómic y disfrutarlo en una sala de cine. De todas formas no me cansaré de insistir en el hecho de que es una pena que la gente tenga tantos prejuicios a la hora de acercarse a un cómic y luego disfruten con los argumentos que estos ofrecen cuando los adaptan a la gran pantalla. Si es que no somos «ná»…
Lo único cierto es que por fin está aquí la secuela de ese fenómeno mundial que se atrevió a preguntarse qué ocurriría si los superhéroes existieran en el mundo real. Recordaréis que Kick-Ass y Hit Girl desarticularon toda una banda de mafiosos y se ganaron la enemistad de Red Mist. El caso es que tras aquellos acontecimientos nuestro héroe está siendo entrenado a conciencia por esa criaja con tanta mala leche y por fin ha conseguido su gran sueño de pertenecer a un grupo junto a otros frikis, que se visten de superhéroes y se hacen llamar Justicia Eterna.
A este respecto hay que comentar que en esta parte de la historia se nota que en algunas cosillas el bueno de Millar se ha basado en cierto documental de Superhéroes de la HBO, en el que se explicaban las motivaciones de algunas personas de la vida real a la hora de disfrazarse de superhéroes y salir a la calle de esa guisa a patrullar o ayudar a los más desfavorecidos. Pero como es de suponer, aquí esa idea se ve rodeada por el halo de gamberrismo sádico y el hijoputismo de Mark Millar y poco a poco va derivando todo ello hacia unos derroteros de caos, salvajismo y bestialidad supina.
Concretamente esas barrabasadas vienen de la mano del malo de turno (Red Mist, que ahora se hace llamar «el Hijoputa»), quien ha reunido a su propio equipo de supervillanos y está dispuesto a vengarse de Kick-Ass y de todos sus seres queridos por matar a su mafioso padre. Estas son las consecuencias de lo que pasa cuando te pones unas mallas, sales por ahí alegremente a hacer de superhéroe, puteas a la gente equivocada y al final alguien acaba descubriendo tu identidad secreta.
De esta forma, el cómic es una sucesión constante de puteos del maloso de turno sobre el pobre Kick-Ass, de una forma en la que sólo Millar sabe hacerlo, con escenas que realmente impresionan y que uno no puede menos que pensar que si este tío no hubiera sido guionista de comic habría sido un puto asesino en serie, no me jodas. Seguramente en la película todas esas bestialidades que aquí se muestran las cambiarán, las censurarán o las suavizaran, tal y como seguramente pasará con la parte del Gobernador en The Walking Dead (así que echadlas un vistazo en el cómic antes de que saquen el film).
En definitiva, la secuela de Kick-Ass es un cómic que llevaba mucho tiempo esperando y ciertamente ha colmado mis expectativas. Es un claro ejemplo de lo que ocurriría si de buenas a primeras un grupo de tíos disfrazados salieran a la calle bajo esa distinción maniquea de buenos contra malos y mientras unos tratan de sembrar el caos por las calles otros intentan impedirlo (menos mal que en la vida real no hay tanto gilipollas por metro cuadrado como en este cómic, que sino…). Yo lo único que sé es que me lo he pasado pipa leyéndolo y lo mejor de todo es que cuando hagan la peli no veremos a ese «pesao» de los cojones que es Nicolas Cage. Si no lo has leído ya estás tardando…