Historias sobre muertes célebres y famosas ha habido muchas a lo largo de los años, como por ejemplo lo fueron en su día la muerte de Chanquete, las no sé cuantas muertes de Krilin o la muerte del gili aquel que cascó por masturbarse 42 veces seguidas el tío loco. Pero ninguna de ellas (bueno quizás la de Chanquete) es digna de comparación a la de Jean Dewolff, aquella buena moza coleguita de nuestro trepamuros preferido, a la que dejaron requetetiesa de un brutal escopetazo en esta historia a la que muchos lectores veteranos consideran como una de las mejores del personaje.
Su guionista, Peter David, es conocido por cualquier personita metida en el mundillo, aunque hay que decir que cuando escribió esta historia era un mindundi al que sólo le conocían en su casa. Lo cierto es que aquí el tío ya empezaba a despuntar maneras y a hacer gala de un gran talento marcándose un argumento que permanece en la retina de todo aquel que lo ha leído. Y como nunca está de más volver a echar un vistazo a viejas historias de antaño para recordar ese sabor añejo, hace poco decidí releer La muerte de Jean Dewolff…
Lo cierto es que si hay algo que llama la atención de este tomo es que por lo general cuando un personaje de cómic muere suele hacerlo en el clímax de la historia, muchas veces sacrificándose para salvar la vida del héroe de turno. Sin embargo, aquí la pobre Dewolff muere de forma chabacana en la 4ª página del cómic, mientras se hace un repaso de su vida como si fueran sus últimos pensamientos antes de cascar. Su último aliento no tiene nada de épico ni de glorioso, pues muere asesinada como un perro en su habitación de un disparo a bocajarro que la destroza el torso por completo.
Ello deriva en otro aspecto llamativo de este cómic, como es el hecho de ver a lo largo del mismo a un Spidey muy cabreado, sin hacer sus típicos chistes, bastante afectado por la muerte de una amiga y dispuesto a cruzar una línea que nunca se hubiera imaginado llegar a sobrepasar. Y es muy probable que de no haber sido por la intervención de Daredevil hubiera perdido los estribos debido a ese estado de casi enajenación mental de nuestro arácnido favorito provocado por la muerte de una amiga, tiroteada por el asesino en serie llamado el Comepecados.
Y es que es bien sabido que la relación de Spiderman con las autoridades nunca ha sido del todo buena. Pero sin embargo la capitana Dewolff fue una mujer que siempre dio la cara por él, no porque conociera su verdadera identidad, si no porque siempre tuvo muy claro que Spiderman es un verdadero héroe. Si a esto le unimos el hecho de lo mucho que le duele al pobre Peter que hagan daño a sus seres queridos o amigos es normal que a lo largo de toda esta historia aparezca tan sumamente afectado (y más cuando se descubre la verdadera identidad del Comepecados, quien no deja de ser sólo un puto loco con una escopeta, pero hay una explicación de porqué aguanta varios asaltos contra un Spidey de muy mala hostia).
En definitiva, si te consideras fan del arácnido y no has leído a estas alturas La muerte de Jean Dewolff no sé a qué coño estás esperando, hijo mío. Una historia de venganzas y cuentas pendientes aderezada de un componente detectivesco y con un desesperado Spidey siguiendo todo tipo de pistas para dar con ese asesino y actuar como juez, jurado y verdugo. Descanse en paz, Jean Dewolff…