Si la semana pasada dedicaba unas palabrejas a una novela gráfica que tiene ya casi más años que Jordi Hurtado (bueno no tantos, porque eso es imposible), hoy quiero hablar sobre otra que cuando salió a la venta muchos de vosotros aún estábais en los huevos de vuestro querido papaito. Y es que estaba yo hace unos pocos días pensando sobre futuros posts para el blog y caí en la cuenta de que a estas alturas aún no había dedicado unas palabras a este mítico clasicote publicado por Forum en formato novela gráfica hace un porrón de tiempo.
Tengo que decir que en una de mis visitas a mi tienda de cómics preferida me encontré hace un huevo de años un ejemplar de esa antigua edición en perfecto estado, el cual guardo en mis estanterías junto a otros grandes clasicotes de esos que por el mero hecho de sostenerlos entre tus manos te dejan más inquieto que una lesbiana ciega en una pescadería. Y es que si te consideras fan del noveno arte y no has tenido el placer de catar este cómic te mereces que te achuchen a un mandingazo de esos de los de la cabaña del tío Tom y que te persiga con cara de «degenerao» por toda tu barriada.
Sobre el argumento diremos que nos viene a contar los últimos días de vida del Capitán Marvel, dentro de una historia que humaniza a un personaje altivo y poderoso que va a librar su última batalla contra un enemigo al que no podrá ser capaz de derrotar: el maldito cáncer. Puede resultar llamativo el hecho de cómo un personaje como Mar-vell, que se ha enfrentado en tantas ocasiones contra civilizaciones extraterrestres, villanos con superpoderes y miles de peligros, pueda sucumbir ante una enfermedad así (en el cómic se explica el motivo por el cual contrae esa enfermedad, que no es otro que la batalla contra el supervillano llamado Nitro, en la que se vio expuesto a los efectos de un gas tóxico que Nitro había robado previamente, y que será usado como la justificación de que alguien tan poderoso como Mar-vell contraiga esa enfermedad).
Hay que reconocer que la historia está repleta de momentos memorables y emotivos, sobre todo en su parte final, cuando el héroe está postrado en la cama y recibe la visita de sus compañeros y amigos, que le acompañan en sus últimos momentos. Pero si tuviéramos que destacar los momentos más entrañables serían, por ejemplo, cuando Mar-vell le comunica su enfermedad a su amada Elysius en esa escena donde los gestos dicen más que palabras; el momento en el que le cuenta su enfermedad a uno de sus mejores amigos y éste no puede soportar la verdad, o ese instante en el que un Spiderman, impotente ante la situación, se llena de frustración por no poder hacer nada para salvarle.
Pero sin lugar a dudas, si yo personalmente tuviera que destacar un pasaje de este cómic, me quedo con el momento en el que un emisario de los Skrulls (a los que Mar-vell combatió en tantas ocasiones), acude a presentar sus respetos ante este personaje en nombre de toda su raza, por haber sido el enemigo más digno que se ha enfrentado nunca al imperio Skrull y por ser “el mejor guerrero que ha caminado por las estrellas” . Sin duda alguna, es una de esos momentos comiqueros que emocionan y que no puedes menos que pensar «qué grande eres Jim Starlin por sacarte de la manga estas escenazas, jodío».
En definitiva, La muerte del Capitán Marvel es uno de esos putos clásicos que debes leer sí o sí (y no hay más huevos). Una historia que no podemos menos que recomendarla desde este humilde blog, por esa forma de humanizar a un héroe de comic que combatió durante muchos años contra alienígenas, monstruos y supervillanos sin que ninguno fuera capaz de vencerle, y al final fue su propio cuerpo “el que se volvió contra él” y le hizo sucumbir muriendo en una cama. Un cómic repleto de momentazos que no deberías perderte, coñe…