
Los planes de los “salvadores” de la Humanidad no incluyen sólo la reubicación de la población mundial en este nuevo hogar (llamado Neomundo) sino también la creación de un “nuevo orden” político y social basado en un control de la proliferación de armas y de los ejércitos. Este primer arco tiene un final épico con el enfrentamiento de varios héroes contra el poderoso cyborg encargado de mantener el orden en ese Neomundo, y engancha a la perfección con el segundo arco, que arranca con la repentina aparición del Dr. Muerte (maltrecho y malherido) en el Edificio Baxter pidiendo ayuda a sus enemigos jurados. Sin embargo, este segundo arco argumental entronca con el anteriormente comentado, pues Millar deja una puerta abierta a una “continuación” con toda esa historia de «Neomundo», introduciendo un marcado trasfondo “político” de intereses ocultos y trapos sucios. Sin ánimo de destripar nada de la historia, diré que me ha resultado curioso el final de este segundo arco, con ese peculiar funeral de uno de los miembros del grupo (y es que sólo a Millar podría ocurrírsele un funeral digamos…, tan peculiar). Así que ahora mismo tengo ahí pendiente para empezar la saga en la que el Dr. Muerte avisa a Reed de que se prepare ante la amenaza de la llegada de su mentor y maestro (que sin duda alguna resulta inquietante pensar qué clase de tiparraco o ser será alguien que haga postrarse incluso a un individuo tan altivo, egocéntrico e indomable como es Victor von Muerte). Me alegra pensar que tengo una buena historia de Millar esperando a ser degustada el próximo fin de semana (¿y es qué hay algo mejor que sentarse a degustar un buen comic una tarde de sábado después de comer?).