Nueva jornada de nuestros lunes molones en la que previamente tuve que pasar a buscar a Kiko por la sala de varietés en la que se saca unas pelas extra haciendo números de cabaretera. Como ahora nos hemos propuesto llevar una dieta equilibrada, hemos renegado del maravilloso mundo de los bollos. Y es que ahora ya pasamos de los donettes y de los donuts de la tienda del chino Juan y nos hemos volcado en una dieta más sana a base de bocatas de queso, lomo, fuet Prim La Piara, salchichón guarro del Mercadona, jamón serrano con tomate untado a lo Arteche y demás manjares con los que ayudar a mantener nuestro tipín.
El caso es que esta nueva dieta en las meriendas de los lunes había que acompañarla con un giro radical en las pelis mierdosas que solemos ver. Y decidimos que como con nuestra elección de films actuales no acabamos de triunfar, a partir de ahora vamos a ver peliculones de antaño. Y qué mejor forma que comenzar que con un puto clasicazo como es Fonda Sangrienta.
Ciertamente dicho así en frío el título de este film, uno puede imaginarse que esto va sobre Jane Fonda «en uno de esos días». Pues no joe…, se trata de un film ochentero de sabor añejo del que tanto Kiko como yo guardábamos un grato recuerdo por haberlo visionado en nuestros tiempos mozos, en la época en la que nos reuníamos en mi casa para ver pelis frikis de serie B pura y dura, de esas que echaban en el famoso vídeo comunitario. Y realmente resulta inquietante la forma que tiene de empezar el film, con ese aviso a todos los espectadores de un tío con voz chunga que nos informa que esta no es una película apta para gente sensible o con problemas del corazón y que aún están a tiempo de abandonar la sala. Ciertamente hubiera tenido cojones la cosa de que cuando esto se estrenó en cines alguien pagara por ver esta peli y se fuera de la sala acojonado antes de empezar debido a ese inquietante mensaje.
En cuanto a su argumento, el largometraje nos pone en el pellejo de dos hermanos (a cual más gilipollesco), influenciados por la mente y la ideología de su tío, un sanguinario asesino en serie. Debido a ello, pondrán en marcha un lucrativo negocio de comida rápida en el que servirán toda clase de platos con un curioso «toque especial». Todo ello con el fin de financiar un inquietante experimento de revivir a una antigua diosa de la venganza a la que rinden culto (por la cual sienten verdadera veneración), y para lo que necesitarán numerosas víctimas con el fin de traerla de nuevo a la vida.
De esta forma, todo ello da lugar a una curiosa comedia de terror de esas que son ideales para verlas ahí «to fumao» con los colegas. Además está aderezada por una banda sonora de traca y unos efectos especiales ratoneros a más no poder, pues están más mal hechos que el feo de los hermanos Calatrava, no me jodas. Pero sin duda alguna, todo lo comentado contribuye a que uno no pueda menos que partirse el ojete con la sucesión de paranoias de las que está repleto el film, amenizado con ese vestuario de los protagonistas y esos pelos tan ochenteros.
Ciertamente esta es una de esas películas que si se la pones a un chaval de hoy día se te quedará mirando de arriba a abajo arrugando el hocico y pensando: «¿Pero qué mierda es esta, chato?». Sin embargo, para la gente que hemos crecido con este tipo de cine de serie B chunga pura y dura (con el que pasábamos momentos gloriosos cuando éramos unos jóvenes efebos), sin duda alguna Fonda Sangrienta es uno de esos largometrajes que nos trae gratos recuerdos de cuando uno pasaba las tardes de antaño tan ricamente disfrutando de este tipo de cine en casa con los colegas.
En definitiva, un film repleto de gore y comedia (con momentos irrisorios ciertamente divertídisimos), provocados la mayoría de las veces por lo mal hecho que está el jodío. Además a uno le queda la sensación de que el final de esta película es lo que sirvió de inspiración al bueno de Peter Jackson para los momentazos finales de Braindead. Lo dicho, un largometraje recomendadísimo para nostálgicos de este tipo de cine de los años 80.