Ayer tuvo lugar una nueva jornada de lunes molón, que contó con la gran novedad de que el nunca bien ponderado Kiko se encuentra toda esta semana de vacaciones. Así que nos fuimos a su apartamento de Torrevieja ganado en el Un, Dos, Tres cuando lo presentaba Mayra Gómez Kemp y celebramos allí el evento. Allí hicimos un previo al lunes molón con diversas actividades del tipo taller de inflamiento de muñecas hinchables, técnicas para liarse porros con una sola mano, nuevas formas de caer trazando bonitos loopings en el aire en el maravilloso mundo del balconing, étc…
Tras una partideja al Fifa (con la que Kiko acabó más enfadado que el casero del Fugitivo), nos dispusimos a ver la peli que este chico tenía preparada. Antes del visionado el tío se pavoneaba de que era una apuesta personal en la que tenía puestas grandes esperanzas y alardeaba de ello incluso dándose el palo con la caja del DVD. «Las muertes de Ian Stone va a ser un peliculón», me dijo ahí el tío todo orgulloso regodeándose en su crapulencia. «Con esta peli seremos tíos más castizos y echaos p’alante», me recalcó este muchacho.
El film nos cuenta la extraña historia de un individuo que es asesinado un día tras otro, y vuelve a la vida para experimentar el horror de ser asesinado una y otra vez. Y así con esta pachorra a sangre fría os he resumido el argumento de esta puta mierda, que bien podría estar inspirada en Kenny de South Park y que personalmente a mí me dejó tiritando. Mira que tengo estómago para aguantar pelis pufo, pero es que Las muertes de Ian Stone es lo peor que he visto en mucho tiempo, pues consiguió algo que no había logrado ninguna otra peli en años: que me durmiera como las viejas pellejas esas que dan tumbos con la cabeza en la sobremesa con el ganchillo en la mano mientras ven la telenovela de los Tiempos Revueltos.
Lo curioso es que durante los primeros instantes del film la cosa no pintaba mal, pero a medida que avanza el meollo esto va degenerando más y más hasta extremos estratosféricos, llegando a su clímax con la aparición de una serie de personajes ataviados a lo Matrix que no tienen otra ilusión en la vida que la de putear a nuestro protagonista dándole de hostias a mala leche.
Y francamente ya no sé qué mas comentar sobre el film, pues como digo la modorra me fue ganando terreno poco a poco hasta el punto de faltarme solamente el moco ese que se hincha y se deshincha al ritmazo con que uno respira. Pero las sensaciones que me dejó la película antes de que me quedara medio catatónico es que se trata de una especie de mezcla ratonera entre Matrix y Dark City, con toques de terror que dan menos miedo que un chulo-putas de metro y medio.
En definitiva, Las muertes de Ian Stone me ha resultado una peli soporífera (lo cual pude experimentar en mis propias carnes), aunque en ciertas páginas he podido leer que hay gente que la define como un gran largometraje de intriga/terror. Pero vamos, que a mí personalmente me crea más intriga el hecho de saber si mi vecina llevará tanga debajo de esos pantacas tan «apretaos» que lo que me pudo suscitar esta paranoia. Esperemos que Kiko reflexione sobre la peli elegida ayer, porque como me haga tragarme otro pufo de estos entonces estamos jodidos.
Gran pufo, sí señor.