Nuevo lunes molón en el que los dos creadores de Vas Tú Listo nos reunimos en plan aquelarre y nos pasamos casi media tarde haciendo vudú y clavando agujas gruesas en los huevos a todo aquel que nos cae gordo. No sé si alguna vez os hemos contado que antes del evento del lunes molón como tal (donde damos rienda suelta al vicio a la Xbox y a las pelis frikis y chungas), hacemos un taller de actividades de lo más variopintas, que van desde competiciones de ver quién se suena mejor los mocos, hasta coger unos chalecos antibalas y liarnos ahí a tiros el uno con el otro a ver quién aguanta más.
El caso es que ayer le tocaba elegir peli friki a Kiko, que no veáis el berrinche que tenía el tío encima después de la que lié ayer en el Fifa. Este muchacho tenía muchas ilusiones puestas en que su peli elegida le quitaría las penas y que veríamos una clasicote. Pero la verdad es que lo que acabamos viendo fue una puta mierda como una pianola de grande. Así que si yo le amargué la tarde con mis pufazos fiferos, él me reventó a mí unas cuantas neuronas haciéndome ver semejante paranoia.
Y lo primero que he de comentar es que Kiko es el único tío con los arrestos suficientes como para ponerme una peli navideña en un día de veranazo con casi 40 gradazos, estando los dos en su casa con unos churretonacos de sudor muy serios, y con claros síntomas de sofoco y deshidratación (casi al borde del vahído, vamos). Pero «ná» oye, que si al chico le hacía feliz ver una peli navideña, no seré yo quien le quite la ilusión. Yo creo que este muchacho se pensaba que la peli era interactiva o algo así, y estaba ahí a la espera de ver si nos caía algo de nieve de los paisajotes que tenía.
Pero entremos ya en el meollo y dejadme que os explique de qué va Rare Exports. Pues este film viene a ser una claro ejemplo de coger la figura de un personaje archiconocido como es Papá Noel y pasarse totalmente por el forramen su faceta de afable gordito del traje rojo con su rostro bonachón al que dan ganas de cogerle de los mofletes y decirle: «¡Tú no eres un esmirriao, chaval. Tú estás lustroso y hermoso, hijo mío!». Y es que el film se basa en unas leyendas que (por lo que he podido documentarme a la hora de escribir esta parrafada) nos cuentan que tan alegre personaje fue en realidad un auténtico cabronazo, un devorador de niños que para que dejara en paz a la población, fue enterrado a centenares de metros bajo tierra, construyéndose después sobre la tumba toda una montaña de rocas para que no saliera de ahí. De esta forma, el film parte del supuesto de que un grupo de excavadores han dado con el paradero de Santa y lo desentierran del bloque de hielo donde se mantenía congelado, dejando de nuevo libre a un personaje más dado a repartir hostias que regalos.
Ciertamente así contado parece un argumento inquietante y tal, pero es que la forma en la que se desarrolla la película tiene momentos en los que uno está evadido pensando en la buena tarde que «ha quedao», porque hasta bien adentrado el film no ocurre absolutamente nada. Y cuando parece que la peli va a despegar un poco y por fin va a empezar el percal que uno ha estado esperando durante más de 45 minutos, todo ello está contado de una forma en la que yo no sé si será la falta de presupuesto o la mano de guionistas pachorreros, pero que eso aburre más que los programas de debate y charlas coloquio que ve mi madre.
En definitiva, Rare Exports me ha resultado una peli mala, aburrida y si me lo permitís, hasta «paranoiesca». Es como si ahora me da por hacer a mí un largometraje sobre el mito del Ratoncito Pérez en el que cuento que en vez de ir recogiendo dientes los va sacando a base de hostias (y si no salen, tira de alicates el cabrón). No creo que un personaje que nos cae bien a todos como es Papá Noel se merezca un film que lo denigre de una forma tan canallesca (o al menos si lo haces, hazlo bien coñe). Pero vamos, que como película para ponérsela a los críos en las vísperas de la Navidad para que se porten bien y dejen de dar por culo, puede valer.