Este lunes pasado tuvo lugar una nueva reunión friki de la muchachada de este blog, en las que como ya sabéis damos rienda suelta a nuestro frikismo con jornada intensiva de Xbox y visionado de peli chunga. Y hemos de decir que esta vez volvimos a contar nuevamente con la aparición estelar de nuestra querida redactora Mar, pues dice que le mola pasar estar tardes frkis con nosotros porque nos ha cogido el mismo cariño que se le puede coger a un hijo tonto. Debido a ello le otorgamos otra vez la potestad de elegir peli para ver, y al menos en esta ocasión tuvo la más que digna decencia de no hacernos tragar cine español mierdero de ese.
Y es que esta baza sorprendió a propios y a extraños con una película chunga de esas de exorcismos y posesiones, un terreno al que yo personalmente ya estoy acostumbrado todos los lunes cuando nos echan a tomar por culo de la Champions al Fifa y nuestro redactor Kiko empieza a echar espuma por la boca y a emitir extraños sonidos que no tienen nada que envidiar a una psicofonía de Chewaka. El caso es que con nuestro gracejo natural y nuestro habitual saber estar nos sentamos a ver esta movida para ver si la cosa prometía…
Y ciertamente hay dos cosas que me han llamado la atención de este film. La primera ha sido el hecho de que está producida por Ghost Pictures, la compañía de Sam Raimi, un tío cuya mera mención de su nombre ya provoca una sonrisa de oreja a oreja en todos los frikis (y es que a lo mejor otra cosa no, pero cualquier movida de posesiones que cuenta con el nombre de este tío es para nosotros algo de obligado visionado). Y la segunda cosa digna de mención es que al parecer el film está basado en hechos reales, ante lo cual desconozco cómo de fidedigno será la realidad con respecto a lo que plasma esta película, pero el mero hecho de ver lo de «based on a true story» en la portada ya supone un mayor acojone que el de los compañeros de reparto de la gallina Caponata cuando lo de la gripe aviar.
Su argumento nos pone en el pellejo de Clyde (Jeffrey Dean Morgan) un pobre divorciado que un buen día compra a una de sus hijas una caja antigua de madera en un mercadillo de segunda mano. Sin embargo, pronto el comportamiento de la muchacha se volverá extraño, terrorífico y agresivo, debido a una presencia maléfica que habita en esa caja, la cual tratará de tomar posesión del cuerpo de la joven. A partir de entonces esta familia conocerá el horror de lo que es una posesión demoniaca en toda regla.
El caso es que este meollo rezuma por los cuatro costados un tufillo a ese clasicote que es El Exorcista, pero todo ello mucho más light y sin llegar a los momentos de tensión de aquella. Y es que aquí también contaremos con la posesión de una joven inocente (la cual irá in crescendo a lo largo del metraje), mientras que su desesperado progenitor, cual Padre Karras de palo, tendrá que encarar todo un cúmulo de vicisitudes para poder librar a su hija de esa presencia maléfica que trata de poseerla totalmente. Sin embargo, tal y como he comentado antes, todo está desarrollado a un ritmo un tanto lento, sin demasiados momentos de tensión y se abusa demasiado de los efectos de sonido para tratar de crear un clímax que no termina de impresionar.
Supongo que The Possession es un pasable y decente film únicamente recomendable para los espectadores dados a este tipo de argumentos de posesiones demoniacas, llevados además por el morbo de que todo esto esté basado en hechos reales. Eso sí, merece especial mención la buena actuación de la criaja (Natasha Calis), que en ciertos momentos hace gala de unos semblantes de mala hostia que realmente acojonan. Por cierto, todos nosotros coincidimos que el protagonista (Jeffrey Dean Morgan) era una mezcla entre Javier Bardem y Robert Downey Jr. Y es que era «clavao», no me jodas…