A pesar de mi gran fama de puto guarrazo, hace unos pocos días aproveché para limpiar y ordenar algunos de los armaritos en los que tengo guardados cómics. Joder, ayer vacié sólo uno de ellos y me salió ahí una cacho torreta de cómics que me asusté hasta yo, no me jodas. Y es que creo que como un buen día me dé por amontonar todos los que tengo me puede salir un cacho torretón más grande que el Pirulí o que las dos torres kio puestas una encima de otra…
Pero si hay algo que me encanta a la hora de ordenar mis armaritos es que me encuentro con material que ya leí en su día y que me apetece releer de nuevo. Y esto fue precisamente lo que me pasó ayer con esta miniserie a la que dedico el post de hoy. Ya la degusté en su día, cuando fue publicada en dos bonitos tomos de Marvel Deluxe, pero ayer no pude resistirme a la gran tentación de volver a echarla un vistazuelo. Y es que, como ya he comentado mazo de veces en este mismo blog, soy un acérrimo seguidor de todo lo que guioniza Mark Millar, a pesar de que a veces abuse un poquito de personajes con aires muy chulescos, malhablados y cercanos al hijoputismo.
Y si hay algo que reconocer al ilustre guionista escocés es el hecho de que sabe poner al arácnido en grandes apuros en esta historia, explotando la idea que más teme el bueno de Parker: que alguien descubra su identidad secreta y lo aproveche para putearle a través de uno de sus seres más queridos.
Un hecho relevante que hay que comentar de esta miniserie es su parecido con otra de DC titulada Batman: Silencio, en la que el hilo argumental de la historia sirve de excusa para que a lo largo de ella vayan desfilando casi la totalidad de la galería de enemigos del personaje protagonista. Y hay que reconocer que Millar desarrolla esta idea a lo grande, pues echa mano de viejos villanos, los renueva de forma original haciéndolos actuales y temibles, e inspirando verdadero miedo algunos de ellos con su nuevo aspecto más terrorífico y sin lugar para las ridiculizaciones.
Todos estos elementos componen una historia muy recomendable en la que acompañaremos a un Spidey totalmente desesperado en la ardua tarea de averiguar quién ha secuestrado a su tía May para putearle y hacerle sufrir hasta la saciedad. Tan desesperado llegará a estar el pobre Peter que tendrá que recurrir a la ayuda de viejos amigos y enemigos para encontrar alguna pista que le ayude a dar con el culpable. Todo ello aderezado por el tremendo dibujo del genial Terry Dodson, sustituido en algunos números por Frank Cho, que no sólo mantiene el nivel de la serie sino que hasta lo eleva en algunas viñetas.
En definitiva, que si eres fan del arácnido por antonomasia y aún no has leído los dos tomos de Marvel Knights: Spiderman no sé a qué cojones estás esperando. Una de esas historias del bueno de Spidey en las que todo se va complicando, poniéndose cada vez peor mientras la desesperación por el bienestar de un ser querido le trae loco de acá para allá. Y si Mark Millar anda detrás de un «sarao» así mejor que mejor…