La verdad es que mirando la portada de este tomo seguramente muchos frikis fantasearán no sólo con el hecho de llegar a ser algún día tipos tan duros como Frank Castle, sino también con la idea de tener a una rubiacas arrodillada ante ellos. Bastardadas aparte, he de decir que siempre me he considerado gran fan del Punisher de la línea MAX y de vez en cuando me gusta releer algunos de estos tomos de antaño. Pues bien, éste es sin duda uno de mis preferidos…
Y es que desde que Garth Ennis dejó de escribir sus peculiares guiones para esta colección, un servidor no había seguido de forma muy apasionada los tomos posteriores a la marcha de este tío. Es verdad que hubo ciertas historias bastantes pasables y decentes, pero a mí particularmente me encanta la impronta gamberra e «hijoputesca» que este insigne guionista irlandés deja siempre en sus cómics. Así que cuando en su día me hice con este tomo de Punisher de la línea editorial MAX no me esperaba gran cosa de él al no andar Ennis de por medio. Pero he de decir que me soprendió muy gratamente…
Y es que tengo que reconocer que la historia que firma el guionista Victor Gischler me agradó de una forma más que grata. Se nota que este tío es un prolífico escritor de novela negra, porque aquí se marca una historia que, sin ser nada que no se haya visto ya, se lee de una forma que te mantiene enganchado hasta el final. Y es que el guión se puede asemejar al de películas como Km 666, La Matanza de Texas, Wolf Creek o La Casa de los 1000 Cadáveres, pues en él se recurre al sempiterno cliché de este tipo films que se ambientan en el típico paraje perdido en el culo del mundo (en este caso una estación de servicio situada en el borde de los pantanos de Lousiana), donde se encuentra oculto un mundo de horror indescriptible.
Así hago también yo el pino, no te jode
Una gente «mu»loca
Punisher comprando en la tienda de un viejo verde