Creo que ya he comentado en alguna ocasión que muchos viernes por la tarde salgo del curreles cual torete que salta a la Plaza de las Ventas y me piro a la tienda de cómics corriendo más veloz que lo que tardaron los reyes en organizar la boda del príncipe cuando se enteraron de que Doña Leticia iba ya «más follá que Fernando Alonso». El caso es que aparte de mis compras fijas del mes me gusta echar un vistazo a cosillas que en principio no me llaman la atención cuando las veo en los catálogos de novedades, pero que cuando las echo un vistazo allí en la tienda me deslumbran más que a un gilipollas al que le estalla un petardo en la cara…
Y precisamente eso es lo que me ha pasado con el tomo de Batman: Tierra Uno, el cual ha sido publicado por la editorial ECC hace unos poquitos meses y nunca me había fijado en él (cual cheerleader que desprecia al gafapasta de turno). Supongo que habiendo leído infinidad de veces el Batman: Año Uno de Miller no sentía demasiada curiosidad ni siquiera por hojear un tomo donde se narren los primeros pinitos del murciélago por excelencia. Sin embargo, ayer me dio por echarlo un vistacillo y yo no sé si es que soy un facilón o qué pero el dibujo de Gary Frank me entró por los ojazos (los de la cara, digo) y me encadiló…
De todas formas merece la pena decir que esa coletilla de Tierra uno hace referencia a una serie de novelas gráficas publicadas por DC Comics en la que presentan historias con nuevos orígenes de algunos de sus personajes, buscando así ampliar los horizontes de los héroes más emblemáticos de la editorial (para que lo entendáis, es algo muy similar a las series de Ultimate Marvel, las cuales presentaban los orígenes de muchos personajes de esa editorial adaptados a los tiempos modernos). Lo cierto es que ese vistazo que eché ayer a este cómic me ha dejado bastante inquieto y seguramente me lo pille en mi próxima visita, pues de la dupla creativa formada por Geoff Johns y Gary Frank uno siempre puede esperarse gran cosa.