Hay muchas veces en las que uno está más aburrido que el guardaespaldas de Bruce Lee y es cuando el echar la tarde viendo alguna peliculilla puede resultar una buena opción. Eso sí, siempre y cuando la película no sea una puta mierda «pinchá» en un palo, tal y como me resultó a mí este film que reseño hoy, pues francamente ahora me arrepiento plenamente de no haberme ido aquella tarde al campo a coger setas o comprarme un bajo eléctrico e irme por ahí a tomar por culo a tocar música con unos chavales.
Dicen que quien tuvo retuvo, y yo personalmente creo que con los años retengo esa puta manía gilipollesca de dejarme impresionar por una carátula chula y un título resultón. Tontaco de mí pensé que una película titulada «Mis apetitosos vecinos» podría resultar cojonuda. Además, ¿quién no ha soñado alguna vez con zamparse a su vecina? (aunque no precisamente en el sentido de los zombies chungos de esta peli). Pues nada oye, que me dejé engañar como un imbeciloide…
¿Y qué os puedo contar yo sobre esta paranoia sin acordarme de los muertos «pisoteaos» del director?. Pues así a bote pronto os diré que nos narra las desventuras del doctor Hunter, quien organiza un fin de semana campestre con la intención de que su hja adolescente conozca a su nueva pareja. El caso es que lo que debía ser un retiro tranquilo se convierte en una paranoia del copón al ser atacados por zombies infectados por comer carne contaminada.
A mí personalmente esta peli para lo único que me ha servido es para meditar sobre las mierdas que nos llevamos al hocico cuando nos metemos a comer en un Burguer y para sopesar la opción de hacerme vegetariano y dedicarme a rumiar vegetales como si fuera una vaca. Y es que con la movida aquella de hace unos años de los de las «vacas locas» quién te dice a tí que cualquier día no nos conviertamos en zombies por comernos una hamburguesa. Si esto ocurre algún día deberían hacer un homenaje al bueno de John Kalangis, el visionario director de semejante despropósito…
Al menos la película resulta curiosa por ver lo hecho polvo que está Billy Zane (que os sonará de películas como Titanic, The Phantom o Regreso al Futuro y series como Twin Peaks), y que si hoy por hoy rueda estas bastardadas es que el pobre hombre está ya más acabado que un cassette del Perales. Al menos en el film hay personajes más gilipollescos que el suyo, pues a la hija del protagonista dan ganas de soltarla una hostia para que se calle y el novio de ésta es lo más tontaco que he visto en años.
Lo que está claro es que este film trata de explotar aquella mítica fórmula de Zombies Party consistente en combinar zombies y comedia, pero no le llega a aquella ni a las suelas de los zapatos. Tiene sus momentos divertidos con los que al menos esbozas una sonrijuela durante su pasable primera mitad. Pero poco a poco esto empieza a desvariar, y lo poquito divertido y pasable se va diluyendo y cae en la más absoluta de las rarezas en su tramo final, dando todo un bajón muy serio. En definitiva, Mis apetitosos vecinos es un film sólo apto para gente curtida (curtidídima diría yo) en la serie B dispuestos a tragarse cualquier paranoia rara en la que haya zombies de por medio. Si no cumples estos requisitos no te atrevas ni siquiera a tocar la caja del DVD con un palo…