Monolith
Cuando llegó a mis oídos la noticia de que la muchachada de la editorial Panini había llegado a un acuerdo con cierta famosa editorial milanesa para publicar sus cómics por estos lares me dieron ganas de salir a la calle a tirar petardos. De esta forma, desde el pasado mes de octubre empezaron a ver la luz en nuestro país algunas obras de la editorial Bonelli tales como Dragonero y Primavera del 68, las cuales tengo ahí pendientes de leer todavía con unas ganazas del copón.
Así que este mes no podía faltar a la cita Bonellista y me hice con el título que nos ocupa en la reseña de hoy, guionizado por Roberto Recchioni y Mauro Uzzeo, no sólo movido por mi afán de leer más cómic europeo, sino también por lo atrayente que me resultó su argumento, el cual los más vaguetes pueden disfrutarlo también en la película homónima producida por Sky y Sergio Bonelli Editore, de esas que suelen ver nuestras mamis en las bonitas sobremesas de Antena3 tras fregar los cacharros (chúpate esa, Mark Millar). Y tras haberlo leído no podía menos que hacer esta reseña para recomendar su lectura, pues he de reconocer que sin esperarme gran cosa me ha soprendido gratamente…
Un coche de vanguardia, el más resistente y seguro del mercado: una joya de la tecnología. Todavía hay muy pocas unidades en circulación. Sandra y su hijo David se verán en una dramática situación: David encerrado en el interior del vehículo y Sandra fuera. Una carrera contra el tiempo. Una historia asombrosa.
Bajo esta premisa se da pie a una de esas historias donde con unos pocos personajes protagonistas y un escenario muy concreto se nos presenta una trama en la que a priori parece que no «hay mucho donde rascar», pero los acontecimientos van sucediéndose de una manera que van complicando cada vez más la historia, hasta el punto en que uno no puede menos que preguntarse qué más penurias le pueden ocurrir a esa pobre mujer en un paraje desierto en su lucha por evitar que su hijo muera asfixiado dentro de ese búnker con ruedas. Todo ello aderezado por ciertas alucinaciones que tienen lugar en algunos instantes de la historia, que contribuyen a acrecentar el tono extraño que rezuma el argumento, pero que sirven para dar todavía un toque más inquietante si cabe a todas las vicisitudes de las que seremos partícipes.
Mención especial al dibujo de Lorenzo Ceccotti con ese estilo digital, un tanto fotorrealista por momentos y con un buen uso de la narrativa, que es algo necesario en este tipo de historias donde prima lo visual y donde los bocadillos de texto no se prodigan demasiado a lo largo de las viñetas. Un estilo que contrasta totalmente con el de los momentos oníricos antes comentados, con un arte totalmente opuesto de trazo claro, simple y sencillo.
En definitiva, querido lector, Monolith es un cómic que me permito el lujo de recomendar si eres dado a las historias de tensión donde todo se va complicando cada vez más y más. Una trama repleta de ansiedad y desesperación de una mujer ante una situación de esas que sobrepasan hasta al más pintado. Un argumento simple pero efectivo, que personalmente me ha dejado con ganas de seguir dándole a esto de la línea Bonelli con las próximas obras que nos siga trayendo Panini.