A poco pornochacho de mente calenturienta que seas y te mencionen el título de este tomo seguramente pensarás que Namor se ha comprado el Kamasutra y está ahí poniendo en práctica las diversas posturas con su novieta. Pero no amiguitos, la reseña de hoy va sobre cierta novela gráfica con la que me hice cuando se publicó en nuestro país allá por el año 2009, pero que estuvo en la estantería muerta de risa durmiendo el sueño de los justos hasta que el otro día ya por vergüenza la cogí y me senté a leerla como un tío sin dar guerra ni nada…
Supongo que mi reticencia a leerla durante tantísimos añazos se ha debido al hecho de que Namor siempre ha sido un personaje que nunca me ha agradado y cuyas andanzas siempre me he pasado por el ojete (así que no sé qué cojones me indujo en su día a la compra de este tomo; supongo que ver el nombre del gran Peter Milligan en la portada). Pero tras haberla degustado he de decir que me alegro de haberla pillado por aquel entonces y haberla catado por fin, pues sin duda alguna se trata de una de esas lecturazas de las que no te esperas nada y que te sorprenden muy gratamente…
Y es que con la lectura de Namor: En las profundidades no os esperéis el típico cómic de superhéroes con el Namor tocacojones que todos conocemos, sino que se trata de una historia planteada en plan argumento de terror-suspense, como el de las típicas pelis en las que un grupo de exploradores se adentran en un lugar desconocido, recóndito y chungo con el fin de descubrir algo inquietante (en este caso concreto la Atlántida).
La historia gira en torno al personaje de Randolph Stein, un científico famoso por desmentir todo tipo de mitos y que antepone siempre la ciencia por encima de las leyendas. El caso es que debido a su fama de gran explorador será contratado para ir en busca de la expedición del capitán Marlowe, un marino empeñado en buscar la Atlántida, quien en su última transmisión decía haberla encontrado. De esta forma, lo que llevará a Stein a meterse de cabeza en esa peligrosa misión de descender a tomar por culo hasta las profundidades es su deseo por desmentir ese último mensaje del capitán Marlowe y demostrar que todo era producto de un estado de paranoia de éste (pues es bien sabido los estragos que pueden causar las bajas profundidades en el estado mental de uno).
Y sin duda alguna es en esta última idea expuesta donde radica lo más interesante del argumento, por todo lo que va aconteciendo a lo largo del viaje de Randolph Stein, que le deja al lector la duda de si esas escalofriantes y esporádicas apariciones de Namor a lo largo de la historia son reales o si todo es producto de los estragos del estrés de esas bajas profundidades en las mentes de la tripulación. A este respecto hay que comentar que esas mencionadas apariciones del atlante son con cuentagotas en plan figura terrorífica que se oculta entre las sombras del océano o del submarino, pues le veremos solamente en ciertos determinados momentos que nos hacen empatizar con el pavor que provoca en los protagonistas de la historia.
En ese grado de terror que rezuma la lectura del tomo contribuye en gran parte el estilo de dibujo de Esad Ribic, con esas ilustraciones detalladas y realistas que acentúan los rostros y expresiones de miedo de los que harán gala los protagonistas ante todo lo que acontecerá durante este terrorífico viaje. Eso por no hablar de ese tono sombrío que tan bien le viene al argumento con el fin de recrear toda esa situación de estar encerrados en un submarino en lo más profundo del océano.
En definitiva, Namor: En las profundidades es un muy buen cómic que me ha sorprendido bastante gratamente por el hecho de demostrar que Namor puede funcionar perfectamente como personaje que inspire miedo y terror. Si al igual que yo nunca has sido demasiado fan del famoso atlante olvídate de ese prejuicio y adéntrate en la lectura de este tomo, pues aquí sus apariciones quedan relegadas a un segundo plano y por momentos dudaremos de si realmente existe o si todo es producto de los estragos que esas profundidades causan en las mentes de los protagonistas. Un muy buen cómic, sí señor…