De mi boca (aparte de babas asquerosas tipo Alien) a veces salen ciertas perlas debido a las cuales mucha gente se me queda mirando con ganas de quitarme la capucha de la sudadera de un tremendo ostión. Y es que decir cosas como que te pasas el cine español por el forro de los huevos o que lo mejor de nuestro cine es ese clasicote titulado Los Bingueros (mítico film de Pajares y Esteso), puede provocar que mucha gente te mire mal…
Y es que creo que desde Torrente no iba al cine a dejarme los cuartos para ver un largometraje rodado en nuestro país. Ya podías amenazarme con darme de ostias, con achucharme a un mandingazo de los de la cabaña del tío Tom o lo que quisieras, que yo no iba «ni atao», no me jodas. El caso es que con este film de Ocho apellidos vascos recibí bastante presión de amigos y allegados que más o menos me decían que si no veía esta peli es que estaba gilipollas. Pues bien, tras casi un par de meses tratando de ser fiel a mis principios por fin me decidí a echarle un ojo a esta cinta y la verdad es que he de reconocer que la jodía se deja ver y no está tan mal como yo pensaba…
Su argumento nos pone en el pellejo de Rafa (Dani Rovira), un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce una mujer que se resiste a sus encantos: es Amaia (Clara Lago), una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo de las Vascongadas, donde se hace pasar por vasco para vencer su resistencia. Adopta el nombre de Antxon y varios apellidos vascos: Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Gabilondo, Urdangarín, Otegi, Zubizarreta e incluso Clemente.
Todo ello da pie a una divertida película cuya mezcla entre sátira regional y comedia de enredo la han convertido en la más taquillera de nuestro cine. Y es que hay que reconocer que resulta bastante entretenido todo ese contraste que se hace al principio del metraje entre el norte y el sur, donde los vascos son caracterizados todos ellos bajo el cliché de gente recia, de mal carácter, malhablados anti-españoles, independentistas y a favor del terrorismo y de las manifestaciones anti-sistema. Por su parte los sevillanos son retratados bajo el estereotipo de vagos, zalameros, mujeriegos y fiesteros, que únicamente piensan en tomar carajillos, bailar sevillanas y contar chistes con esa gracia tan típica de la que hacen suelen hacer gala los andaluces. Lo cierto es que al film hay que reconocerle el mérito de que aborda ciertos temas tabú de nuestro país (o que podríamos denominar como de difíciles de plasmar en un film español) de una forma irrisoria en la que se trata de desdramatizar elementos como la violencia callejera o el terrorismo.
De esta forma, todo ese contraste antes comentado entre ambas regiones dejan el film preparado para la parte que se centra en esa especie de farsa que montan la pareja protagonista, que sin ser nada nuevo que no se haya visto ya en otros largometrajes o series de televisión (los Serrano por ejemplo eran muy dados a estos momentos de enredo) hay que reconocerle el mérito de que tiene ciertos instantes que arrancarán más de una sonrijuela en el rostro del espectador. Personalmente creo que el mayor responsable de esto es el bueno de Dani Rovira, que con sus dotes de cómico y con esa cara de guasa que se gasta el tío (con ojo a la virulé incluido) te llega a hacer reír por sus reacciones a lo largo de todo ese cúmulo de situaciones tan estrambóticas en las que se verá metido su personaje.
Mención especial también para el resto del reparto, donde tendremos a Clara Lago (en el papel de Amaia), cuyo carácter de chica ruda, estrecha y que usa a los hombres para sus propios fines contrasta con el carácter afable y bonachón de nuestro protagonista. Tampoco faltarán las aportaciones de Carmen Machi (en uno de esos papeles de Maruja que borda a la perfección) y de Karra Elejalde, con su gran interpretación de padre de la protagonista y cuya relación con su hija aporta un ligero componente dramático al film que está bastante bien llevado a lo largo de toda la cinta.
En definitiva, Ocho apellidos vascos es una simpática comedia costumbrista bastante divertida por el hecho de ver hasta qué extremos llegan algunos por conseguir a la chica de la que se enamoran. Yo la encasillaría también dentro del género de la ciencia-ficción, porque no creo que exista persona sobre la faz de la tierra capaz de aguantar todos los embrollos por los que pasa este pobre hombre por una chavala que pasa de él y que lo trata como a basura. Aún así insisto en que te arrancará una sonrisa en más de una ocasión, pues si lo ha conseguido con un tipejo como yo (que me paso el cine español por mi soberano ojete), con la gente más condescenciente seguro que les hará partirse de risa. Por cierto esta peli pase, pero nunca me pidáis que haga una reseña de una de Almodóvar, por dios…
Sí, la película está bastante entretenida, pero es verdad que en España no se ha vuelto a alcanzar el nivel de los Bingueros. Pajares y Esteso pusieron el listón demasiado alto 😀
Tú sí que sabes, crack
Poesía pura: «En Chicago, estamos como en Chicago. Te ostian en plena calle y nadie te echa una mano…». (Andrés Pajares en Los Bingueros). Líneas de guión como esta no se ven, ni se verán nunca, en el Cine, no sólo español, sino Mundial. Larga Vida a Pajares y Esteso, y recuerdos al gran Juanito Navarro.
Si hay algo que lamento en esta vida es que el gran Juanito Navarro no llegara finalmente a la presidencia del Real Madrid. Nunca veremos un palco del Bernabéu con chavalas en tetas y en liguero.
Por cierto, hablando de líneas de guión míticas aquí dejo constancia de una de las mejores que ha dado nuestro cine.
Yo hice a Roque III! La polimorfondulitis!!! (o la fondimoliporris, según Esteso). Qué grandes! Antonio Ozores forever!!!
A mi me ha parecido bastante caca, y no diré una puta mierda, como me ha dicho grifter que diga, por poco.
Halaaa pero qué dices, insensata. Que yo no la he dicho naaa.