Como hoy no sabía de qué coño hablar y además estoy medio agilipollado por la nocilla que solemos merendar en la sede de Vas Tú Listo, voy a ir a lo facilón y os dejo en la retina este post. Y es que hace unos días estaba yo gilipolleando por la red cuando de pronto me topé con esta historia, con la que no pude menos que partirme el ojete cosa mala. Se trata del relato de la cita de un chaval con una gachí a la que acaba de conocer, que realmente es saladísimo. Francamente no sé si esto estará basado en hechos reales o si ha salido de la mente de algún menda con mucho tiempo libre, pero sea como fuere hay que reconocer que la historia no tiene desperdicio alguno.
LA PEOR CITA DE LA HISTORIA
Vale, no me importa si me creéis o no, pero lo que os voy a contar es absolutamente real. Ocurrió anoche y ha sido la experiencia más embarazosa que he tenido nunca, y quiero compartirla con vosotros para que no tengáis que pasar por lo mismo. Es una historia larga, pero intentaré resumirla lo mejor posible.
Bueno, la cuestión es que estoy en época de exámenes y paso bastante tiempo estudiando en la biblioteca de la facultad. Como en todas las historias, hay una chica que me gusta, y a la que yo le gusto. Como ya estaba cansado de repasar los apuntes la llamo al movil, sabiendo que ella vive en la residencia del campus, y le pregunto si quiere venirse a tomar algo a la cafetería. Ella accede y estamos un rato hablando de chorradas. La cuestión es que la conversación de besugos va bastante bien… Pues nada, ella me pregunta si me gustaría ir a cenar a su piso, que su compañera va a cocinar macarrones porque viene su novio y siempre suele hacer grandes cantidades; a lo cual accedo gustosamente.
En ese momento ya me estaban entrando ganas de cagar, pero no podía dejar pasar esa oportunidad de intimar con la chavala (yo no cago en baños públicos por motivos de higiene/manías). La cuestión es que vamos a su apartamento y comemos los 4 (ella, su compañera, el novio de su compañera y yo). Los macarrones estaban bastante buenos, la verdad.
A esas alturas ya no podía aguantar más el mojón. Estaba a punto de cagarme por la pata pa’bajo, y sudores fríos recorrían mi espalda…pero tampoco quería dejarle apestando el baño a la pobre chica. Y lo peor de todo, con el topo a punto de salir de su madriguera estaba empezando a empalmarme. No tenía otra opción, así que me dirijo al baño intentando mantener la compostura, y aqui es cuando ocurre el desastre. Me bajo los pantalones y me encuentro con un dilema: ¿Qué hago primero, cago o meo? Y encima estoy empalmado, me cago en la puta!. Asi que me inclino sobre la taza, haciendo fuerza hacia abajo sobre mi pene reglamentario de forocochero…pero en el momento en que empiezo a mear se ve que el esfinter anal se relaja y noto como empieza a salir el churro a la vez que meo. Me siento rápidamente en el water, sujetando mi polla con ambas manos para intentar dirigir el chorro hacia la taza…sin darme cuenta de que estaba cagando fuera de la misma.
Es entonces cuando intento aguantar tanto las ganas de mear como las de cagar (no sabéis cuanto dolor pasé)…¿Qué coño se supone que tengo que hacer? O le meo el suelo o se lo cago. No se qué sería peor… Pero entonces, me llega la inspiración divina..Me meto en su bañera y me dejo ir, suponiendo que sería bastante fácil deshacerme de las pruebas y limpiar el estropicio. Mejor allí que en el suelo.
Es entonces cuando intento aguantar tanto las ganas de mear como las de cagar (no sabéis cuanto dolor pasé)…¿Qué coño se supone que tengo que hacer? O le meo el suelo o se lo cago. No se qué sería peor… Pero entonces, me llega la inspiración divina..Me meto en su bañera y me dejo ir, suponiendo que sería bastante fácil deshacerme de las pruebas y limpiar el estropicio. Mejor allí que en el suelo. En este punto las cosas se ponen peor…resulta que no hay manera de disolver los zurullos. Ni con agua caliente. El meado se había ido por el sumidero, pero esos monumentales trozos de mierda no querían desaparecer. La ansiedad se apodera de mi cuando tocan en la puerta del baño
– «¿Qué estás haciendo? ¿Te estás duchando?» – era ella!
– «…Ehm…Sí….» – respondo yo rezando para que no se le ocurriera entrar. «Oye, no se qué te has pensado, pero no vamos a follar, eh? ¿Y por qué huele tan mal, joder!?» – contesta ella. Aqui ya no sabía qué decir, tenía nublada la mente y hasta me entraron ganas de llorar…así que no se me ocurre otra cosa que responderla –«Pues pensaba que me habías traído para eso». Se ve que el comentario no le sentó demasiado bien porque empezó a llamarme de todo tras la puerta. –«Voy a entrar, así que tapa lo que te tengas que tapar».
Le rogué que no lo hiciera, que se arrepentiría…pero no hizo caso. Entró como una exhalación, y al ver el panorama frenó en seco. Su cara era un poema. El water, el suelo y la bañera presentaban residuos fecales. Había charcos de meada, y yo me encontraba en medio de ese espectáculo, con el culo cagado y la polla flácida y encogida de pavor, cual tortuga en su caparazón.
La pobre estaba flipando. Se dio media vuelta y se marchó llorando al salón. Intenté limpiar los trozos de mierda aún calientes con abuntante papel higiénico, tirandolos luego al WC ya que la papelera estaba llena de tampones, compresas y esas cosas. Entre lágrimas y con un sentimiento de culpa terrible, tiré de la cadena. Craso error. El desagüe no podía succionar tal cantidad de papel, y me lo devolvió multiplicado por 2.
Corrí al salón a pedirle un desatascador, pero con el cabreo que llevaba no creo ni que me escuchara. Cogió un cuchillo de encima de la mesa y me apuntó con él. «Como no te largues, llamo a la policiía». Sobra decir que salí por patas. Una vez fuera del edificio escuché un grito lejano que se escapaba por su ventana…supuse que sería ella al descubrir el suelo de su baño encharcado de agua y mierda.
Shurmanos, he perdido con toda seguridad mis posibilidades de trincarme a la chica esta. Espero que hayáis aprendido con mi experiencia personal. Moraleja: déjate de remilgos y si tienes que cagar en baños públicos, hazlo.