Los seguidores más acérrimos del blog recordarán que hace unas semanas estrené esta sección, en la que trataba de sacar a la luz todos los trapos sucios de cómo un pringao como Peter Parker tenía esa suerte loca con mujerones de toma pan y moja (sin duda alguna, se trata de uno de los misterios más inquietantes de la historia de los comics). Si en la anterior entrega nos preguntábamos qué pudo ver la insigne pelirroja como para casarse con él, hoy toca preguntarse qué pudo ver un mujerón como Felicia Hardy para liarse con semejante pardillo. Y es que el pobre arácnido se pilló tanto que incluso sucumbió ante ella en algo tan sagrado como era no revelar su identidad secreta ni aunque le pusieran en la cabeza un trabuco de los de Curro Jiménez. Pero claro, como es de suponer, a medida que Felicia iba conociendo al bueno de Peter, se dio cuenta de que quien realmente le molaba era el arácnido y no el pringao de Parker. De esta forma, la Gata Negra ha seguido su propia vida, aunque el bueno de Peter permanece constantemente en sus pensamientos (y eso es porque este chiquito tiene un algo).