Hasta hace bien poco pensaba que no existía nadie más paranoico que el hijo quinceañero de mi vecino de al lado, que cuando se pone a gritar parece un «desquiciao» de la vida sacado directamente de los dibujos de Vaca & Pollo. Sin embargo, después de leer cualquier cómic de Punisher en el que meta mano de por medio el bueno de Garth Ennis (como el que mete mano a una fulanaza de discoteque), te percatas a la perfección sobre el hecho de que como «tarao» y «desquiciao» de la vida no hay nadie que gane al bueno de Frank Castle, y más si la cosa está aderezada por el peculiar trazo oscuro y caricaturesco de Goran Parlov.
Así que hace unos días me hice con este tomo cuya preview ya comentamos hace poco en este mismo blog y donde amenacé con el hecho de que en cuanto saliera a la venta me haría con él. Y como me gusta cumplir lo que prometo (tomad nota de esto, chicas) me lo pillé hace unas semanas en una de mis visitas a mi tienda preferida, en la que creo que deberían levantar un templito o algo así en mi honor, por el «pastizal de Belgrado» que me dejo allí en cada visita.
¡Ainssss, el bueno de Punisher!. Hay que reconocer que este muchacho siempre ha estado un poco más de paquete en el Universo Marvel que Kaká en el Madrid, por el hecho de ser un personaje con aires cercanos al hijoputismo y estar siempre rodeado por héroes bonachones y con clara tendencia al altruismo barato. Por eso el bueno de Ennis le echó un par de huevos durante su etapa en la colección dentro del sello editorial MAX y lo sacó fuera de ese contexto superheroico, porque se dio cuenta de que este tío funciona mejor fuera de él. Y es que se trata de un personaje un poco a medio camino entre héroe y villano, y de un pobre loco lleno de odio que a veces no es mucho mejor que los pobres cabrones a los que mata.
Pasando a comentar el tomo que nos ocupa en esta reseña, lo que vamos a encontrar en él es una historia muy en la línea del film Soy leyenda, en el sentido de que ha tenido lugar una epidemia la mar de chunga que convierte a los infectados en caníbales ansiosos por devorar a los pocos humanos vivos que quedan. Uno de esos supervivientes es el bueno de Punisher, de forma que el argumento transcurre en su totalidad con las andanzas de nuestro protagonista sobreviviendo como puede el día a día y sin perder su sana costumbre de reventar a tiros todo lo que a él se le ponga en sus santos cojones que es digno de ser mandado al otro barrio (y en un mundo así el tío tiene todo un filón para explayarse a sus anchas).
En mi humilde opinión, creo que este cómic no es más que una especie de Crossed en plan light, sin los defases del mismo Ennis o David Lapham en los dos tomos de esa serie publicados por estos lares hasta la fecha. Personalmente me ha resultado una historia flojita y regulera con un Punisher haciendo lo de siempre en un contexto nuevo y enfocando esta vez toda su rabia hacia los infectados de esa plaga (la mayoría tipos superpoderosos del universo Marvel). Todo ello muy en la sempiterna línea de personaje atormentado y solitario pero que en el fondo se preocupa por los inocentes, aunque no lo exteriorice.
He de decir que casi he disfrutado más con la otra historia que se recoge en el tomo a modo de relleno, titulada Punisher mata al univeso Marvel, y que fue publicada hace ya unos cuantos años. Viene a ser una especie de What if…?, donde vemos cómo Punisher pierde a su familia accidentalmente por culpa de los supérheroes y decide vengarse de todos ellos matándolos uno por uno, tanto superhéroes como villanos, sin distinciones. La verdad es que después de leer esta historia uno no puede menos que pensar que esto fue lo que le sirvió de base a Garth Ennis para sacarse de la manga The Boys, en el sentido de un argumento de alguien que mantenga a raya a los tipos superpoderosos (solo que guionizando esta historia comentada para Marvel se nota que no pudo hacer los desfases e idas de olla que pudimos ver en The Boys dentro de la editorial Dynamite).
En definitiva, Punisher vs. Universo Marvel es un tomo del que personalmente me esperaba bastante más, que simplemente se deja leer y poco más. Y es que cuando uno disfruta más con la historia de «relleno paquetil» que con la que da título al tomo es que hay algo que buffff…