De los 10 a los 20 años, Craig Thompson y su hermano pequeño Phil trabajaron en granjas de Wisconsin. Desherbar y cosechar ginseng -una hierba medicinal exótica que reportaba enormes beneficios en China- financió la obsesión juvenil de Craig por los cómics, y los cómics, a su vez, le permitieron escapar de su entorno rural y obrero…
Craig Thompson ha llevado una vida fascinante y la describe siempre con valentía en todas sus obras. Criado en la pequeña ciudad de Marathon, Wisconsin, por padres evangélicos, plasmó su trauma sexual infantil, su primer amor y su posterior ruptura con la fe cristiana en su archiconocida novela gráfica Blankets , que ha tenido una enorme popularidad y que se publicó en 2003, cuando tenía tan solo 28 años. Blankets tuvo un profundo impacto cultural: introdujo las novelas gráficas a una generación de jóvenes lectores.
Raíces de ginseng , su último libro, serializado en 12 entregas, y recopilado en un precioso tomo narra sus experiencias como niño cosechando ginseng con su familia en una una pequeña ciudad que, durante el auge del ginseng de la década de 1980, cuando las raíces secas se vendían a 65 dólares la libra, florecía gracias a una afluencia de efectivo de compradores de Taiwán, Singapur, Tailandia, Hong Kong y China. Thompson comenzó a trabajar en los campos de ginseng, desmalezando alrededor de las valiosas raíces, cuando él y su hermana y hermano tenían 9, 8 y 6 años respectivamente (un detalle curioso es que el autor tomó la decisión creativa de omitir a su hermana en Blankets , pero aparece como un personaje secundario en Raíces de ginseng ). En necesidad de ingresos complementarios, sus padres pusieron a los tres niños a trabajar durante el verano a una edad en la que la mayoría de los niños asisten al campamento o simplemente están tumbados todo el día. Todo este pasado se combina con escenas ambientadas en la actualidad donde los hermanos comparten con franqueza sus pensamientos y sentimientos de privación de la primera infancia y resentimiento, al tiempo que reconocen la complejidad de su situación infantil. En este caso, Thompson no idealiza los recuerdos de su infancia; Al contrario: su historia nos muestra la dureza, la monotonía y el agotamiento físico del trabajo infantil en el campo.
Estas reflexiones personales se entrelazan con elementos de periodismo gráfico. En entrevistas con agricultores locales, el artista nos ofrece una mirada a la historia y la práctica del cultivo de ginseng en Wisconsin: un fresco fascinante de la industria agrícola estadounidense en general, presentándonos así una experiencia con una mezcla de nostalgia y reflexión crítica.
Sus propias experiencias, y las de los agricultores de Marathon (y potencialmente la de todas las ciudades de la China rural), ilustradas con su considerable habilidad y entusiasmo, son más que suficientes para mantener un interés prolongado durante toda su lectura.
Existe un tercer hilo conductor que nos presenta una raíz de ginseng parlante (¿antropomorfizada?), llamada Ginseng Boy, la cual nos instruye sobre la lengua y la mitología chinas en relación con el cultivo del ginseng. Estos divertidos y originales interludios tienen por objeto aportar cierta ligereza a lo que es una investigación/narración bastante seria sobre la educación, la creencia religiosa, la ganadería industrial y por qué no, del capitalismo global.
En el apartado gráfico, Raíces de Ginseng está a la altura de lo que esperábamos de Craig Thompson: estamos ante un ilustrador de primera clase con un aspecto magnífico. El resultado formal tiene una fluidez maravillosa a medida que los diseños de página se fusionan con otras de igual belleza. Su ya reconocido estilo tan delicado, detallado y expresivo nos trasladan sin esfuerzo alguno a los campos de Wisconsin, a esas interminables jornadas de trabajo bajo el sol, y a las noches de descanso/reflexión en la quietud del campo. No podemos pasar por alto el bitono en el que está realizada esta obra, lo cual permite que destaquen determinados elementos clave en ciertas escenas. Cada viñeta está cuidadosamente construida para transmitir pequeñas escenas donde Thompson realmente brilla, capturando la belleza de lo mundano y lo cotidiano de una manera que pocos autores logran.
Excavando en los lugares de la memoria, Craig va en busca de sus errores y de sus raíces. Raíces que a veces, al igual que el ginseng, contienen el secreto para curar todos los males.
En definitiva: En este Raíces de ginseng, Thompson se descubre como gran ensayista y al mismo tiempo ratifica que es uno de los mejores autores de auto-ficción del medio.
La obra está editada en un bello y voluminoso tomo en cartoné de una gran calidad, como acostumbra la editorial bilbaína en sus publicaciones.
Por Francisco José Arcos Serrano