Superior

Toda aquella persona que no esté metida en este mundillo del noveno arte y escuche un título llamado Superior, a poco neonazi que se sea seguramente dirá que esto va a tratar sobre el Tercer Reich o algo por el estilo. Pero no amiguitos, el Superior al que nosotros nos referimos se trata de una de las más recientes obras de Mark Millar, ese insigne guionista escocés que nos tiene ganados a muchos frikis por su labor en Kick-Ass, Wanted, Nemesis o incluso por sus Ultimates y otras cosillas de lectura inquietante.

Sí, he de confesar que me declaro arduo fan de este tío y cada cómic suyo que es publicado en nuestro país acudo a hacerme con él más rápidamente que un perrillo bajando a mear a la calle tras todo un finde olvidado en la terraza. Así que personalmente tenía unas ganas locas de leer Superior, principalmente porque las reseñas y las críticas que habían llegado a mis oídos no lo ponían nada mal. Y tras haberlo degustado he de decir que podrá gustar más o podrá gustar menos, pero yo personalmente tengo que confesar que sigo pasándomelo pipa con los cómics que guioniza este tío. 

Su argumento nos pone en el pellejo de un jovenzuelo de 12 años mal «llevaos» llamado Simon Pooni, un chavalín que lo tenía todo (buenos amigos, chicas que querían salir con él y un prometedor futuro como jugador de basket) hasta que el destino le jugó una mala pasada y le diagnosticaron esclerosis múltiple. Ahora, sólo se siente feliz cuando está leyendo sus cómics y contemplando sus películas. Y es entonces cuando Superior entrará en su vida y todo cambiará para siempre. Es precisamente aquí donde resulta llamativo el hecho de cómo por momentos el argumento resulta una mezcla entre la película «Big» (por la manera en la que de buenas a primeras nuestro protagonista se ve convertido en un adulto) y la serie de «El Gran Héroe Americano», por esa forma tan divertida en la que se plasman esos momentos en los que aprende a controlar sus poderes.

En mis tiempos los chavalines llevaban un globo

Pero lo que sin duda alguna más llama la atención de este cómic es el hecho de que últimamente estamos acostumbrados a las historias de Millar protagonizadas por personajes y héroes chulescos, malhablados y muy cercanos al hijoputismo o al gamberrismo sádico. Sin embargo, en Superior el protagonismo está repartido entre el bueno de Simon (que en todo momento inspira pena en el lector por los estragos que esa enfermedad causa en él) y en su alter ego Superior, un superhéroe tan boy scout como Superman cuyo único afán es hacer el mayor bien en el planeta.

Superior después de pasarle por encima un ninfómana

Y ciertamente la personalidad de Superior y todos sus poderes son bastantes evocadores a los del mítico kryptoniano, lo a que muchos les llevará a pensar que esto no es más que una copia barata de cualquier aventura del Supes. Sin embargo, hacia mitad de la historia el bueno de Millar se saca de la manga cierto giro argumental (que no desvelaré para que no me fostiéis cuando me veáis por la calle) y que podrá convencer más o menos, pero que sin duda alguna contribuye a crear en el lector el mismo dilema que se produce en el pobre Simon sobre qué elegiría uno ante una situación como la que aquí se plantea.

Superior hecho todo un mozo

En definitiva, si tal y como explicaba Millar pretendía hacer con este argumento un homenaje en toda regla a la figura de Christopher Reeve y a su instinto de superación ante una enfermedad tremenda, ciertamente lo consigue. Todo ello a través de una emotiva historia de un pobre muchacho con una terrible dolencia (que de buenas a primeras se verá convertido en el mayor héroe del planeta), y dentro de un contexto de una desilusionada sociedad actual que necesita de personajes altruistas como el de este cómic para volver a recobrar la esperanza en algo. Y es que un tío como Superior es lo que haría falta para volver a recuperar la ilusión en este país, coñe…

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