Me imagino que lo más ancianos del lugar recordaréis aquel famoso sello editorial llamado Cliffhanger, que en su día a muchos nos sonó a palabreja digna del gran Chiquito de la Calzada. Para encuadrar su origen habría que remontarse a finales de la década de los años 90, cuando tres de los más grandes artistas del momento decidieron crear un sello propio para tener más libertad creativa y más control sobre sus personajes. Ese santo triplete estaba compuesto por cracks de la talla de Joe Madureira, Humberto Ramos y J. Scott Campbell (ahí es «ná»).
Danger Girl es una miniserie de ocho números de la que se encargó este último, la cual fue publicada en grapa en nuestro país allá por el año 1999. Unos pocos años después (en 2004) se recopiló en un flamante tomo bajo el nombre de Danger Girl: el libro definitivo. El caso es que el sábado me topé con él buscando lecturas suculentas en mi comicteca, y qué menos que reseñarlo para todo aquel que nunca haya oído hablar de este curioso grupo de buenas mozas sanas y castizas con tetamen prominente.