Me imagino que seréis muchos los que alguna vez hayáis fantaseado con la idea de que vuestra vecina buenorra llamara algún día a vuestra puerta y se abriera la camisa a lo Superman dejando entrever un sujetador de lencería fina como los que llevan las chavalas del catálogo de Victoria’s Secret. Así que supongo que tras haber visto la portada del tomo que vamos a reseñar hoy a más de uno le habrá vuelto ese sueño erótico festivo a la cabeza.
El caso es que durante estos días me ha dado por volver a leer cosas de mi comicteca que tenía ya más olvidadas que las bragas de la gran Paris Hilton. Así que hace poco me topé con este cómic publicado por Planeta DeAgostini allá por 2001. Eso sí, puede que tenga este cómic desde hace ya más de doce años, pero he de argumentar en mi favor que sigue estando tan cuidadito y reluciente como el primer día gracias a su bolsita free-acid. Que soy un friki mierdero del copón como esos que salen en las películas en plan tíos raros (pues mira, lo cierto es que no te digo yo que no)…